Hiperactivo, navegante, leonés, gallego, belga, 'runner' y asturiano. Dermatólogo sonriente, trabajador y «muy consciente de que siempre he sido muy afortunado en la vida». No ha podido quedarse nunca en un solo sitio y ha hecho varias veces el hatillo para empezar en una ciudad ... nueva. Eso sí, siempre cargado con su formación y con sus ganas de aprender y trabajar.
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Luis Barthe Fernández (León, 1960) llegó a Oviedo en 1997 «reclamado por mi tío Adolfo Barthe Aza (gran dermatólogo asturiano) que me dio la opción de trabajar con él para enseñarme su manera de hacerlo; es decir, con una consulta más médica y menos estética».
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Estudió en los jesuitas de León y Medicina en Santiago de Compostela. Pertenece a una enorme saga de farmacéuticos leoneses aunque él salió de las cosas de la piel. «Tatarabuelo, bisabuelo, abuelo, padre y hermano estudiaron Farmacia en Santiago. Mi rama de la familia es de boticarios».
Con 17 años se fue a Galicia a estudiar, «luego a Bélgica a trabajar y, más tarde, me vine a Oviedo con mi mujer». Cuando salió de su casa para irse a Bélgica, su padre, Carlos, la noche antes de marchar «me dijo que uno está más perdido en la plaza de tu pueblo con la cartera vacía que en la Quinta Avenida con la cartera llena». No hay datos de como está la cartera ahora pero no parece que Luis Barthe esté muy perdido.
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Su esposa, Amalia, era compañera de carrera así que no se perdieron la pista y terminaron casándose. Un leonés y una gallega mezclaron bien. «Tengo seis hermanos, yo soy el cuarto y nos llevamos muy bien y nos vamos a seguir llevando». Tiene un profundo sentido familiar.
Una de las mayores características de su personalidad y, por lo tanto, de su vida es su hiperactividad que le ha hecho moverse mucho por el escenario de la vida, tanto profesional como geográficamente. «Cuando te mueves amplías tu mente siempre. Tengo amigos de toda la vida pero me gusta hacer amigos en todas partes porque eso te aporta mucho». Ha vivido la vida como ese 'Grand tour' que hacían los aristócratas ingleses y franceses de finales del siglo XIX y principios del XX cuando recorrían Europa. Algo similar pero en este caso trabajando, y no viviendo el italiano 'dolce far niente'.
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Ahora, como no para quieto lo que hace es correr: «Corro cinco kilómetros diarios y me ha venido bien porque he perdido unos kilos». Asegura que una de sus grandes pasiones es el mar y navegar aunque normalmente en Galicia; en la Rías Bajas, porque veraneo siempre en Galicia».
Repite sin desmayo y da gracias por la buena suerte que ha tenido en la vida tanto porque siempre ha hecho lo que ha querido y allá donde ha estado ha podido encontrar refugio. Un ejemplo fueron sus seis años de médico en Bégica: «Había en Lieja una colonia de miles de españoles y la verdad es que no me sentí emigrante porque los belgas me dejaron demostrar de que era capaz». Ahora vive razonablemente tranquilo aunque dentro del carrusel de la hiperactividad y del trabajo.
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