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Israel Sastre García (Oviedo, 1974) es uno de esos artistas que hace amigos allá por donde pasa. Dueño de un gran mostacho apoyado de una ... barba frondosa realza su faceta ovetense desde su taller de la plaza de Trascorrales. Ha sido el encargado de diseñar el cartel de las Fiestas de San Mateo 2024. Desde la empatía lo explica todo y y parece que nunca ha roto un plato. Es posible que sea verdad, aunque mira la vida con ojos de niño y de pillo.
–¿Cómo surgió la idea del cartel de las fiestas de San Mateo?
–La idea me ha rondado siempre la cabeza al ver desde casa la Catedral y el Cristo del Naranco. Siempre el Cristo me evoca a una viñeta que vi en su día de 'El Roto' que era un Cristo que portaba una pancarta que ponía 'Menos INRI' y me hizo muchísima gracia siempre. Pues bueno, dada la posición del Sagrado Corazón siempre coronando la ciudad, pues le puse 'Viva San Mateo'. Eso fue un poco la piedra angular desde donde creció el cartel. Además, creo que no cometo ningún pecado ni nada.
–Pero le gusta ser iconoclasta.
–No, no, ni mucho menos. Me gusta muchísimo la iconografía religiosa. Todos los iconos religiosos me encantan a pesar de no ser una persona religiosa. Es que hay mucho arte en todos ellos. El 95 por ciento de las cosas artísticas vienen de la Iglesia, de la religión, y bueno, sí que me llaman la atención bastante.
–¿Cómo llega a usted el encargo para realizar el cartel de San Mateo?
–Se puso en contacto conmigo Covadonga Díaz, la concejala de Festejos, y me dijo que habían pensado en mí para hacer el cartel. Acepté desde luego porque es un honor para mí poder hacerlo y espero estar a la altura de semejante encargo. Pregunté si tenía total libertad creativa y me dijo que sí, sin problema.
–No parece el caso pero siempre se mueve usted en un halo de polémica.
–Al final soy polémico, pero no se la razón porque las cosas las hago todas con muy buena intención aunque enfoco las cosas con mucho sentido del humor y a lo mejor es por ahí por donde sale la polémica. Pero bueno yo todo lo hago desde el máximo de los respetos y esperando que guste. Lo enfoqué desde el Cristo del Naranco y el cartel de Viva San Mateo y desde ahí quise reflejar una escena de la calle Mon con la torre de la Catedral al fondo. Los elementos más icónicos de la ciudad. Sólo eso.
–¿Cuál es su rincón fetiche de Oviedo?
–El Campo San Francisco y, en concreto, la puerta del convento de San Francisco. Me parece impresionante, es un sitio que me llamó la atención toda la vida.
–¿Por su desubicación espacial?
–Algo así, porque está en mitad de ninguna y eso evoca preguntas sobre qué habría ahí. Es a la vez historia de nuestra ciudad y aparte parece totalmente algo también del futuro, de meterse por un lado y salir en otra dimensión o en otro tiempo. Parece una especie de portal temporal que te puede llevar a otra dimensión, a otro tiempo. Yo ya pasé varias veces por allí y no funciona.
–¿Cómo son los ovetenses?
–Son mi familia, mi gente. Por eso tengo un cariño bastante familiar hacia mi propia ciudad. Los ovetenses son gente de casa a pesar de que odio mucho... Me he expresado mal porque no odio a nadie, pero odio la actitud de muchos de ellos y también amo la actitud de otros. Pero bueno, como son familia...
–¿Qué actitud odia?
–No me gusta la manera, bueno, el conservadurismo de la ciudad como tal. También tiene su peculiaridad. Yo veo Oviedo como una especie de set teatral, porque está realmente todo tan limpio, tan igual, tan uniforme. Parece que estás en un decorado, en una película. Y bueno, eso per se, vivir en un decorado, pues es una cosa guay también. Tiene su punto y me gusta mucho esa peculiaridad. Pero también echo de menos el Oviedo abierto y rompedor de los años ochenta del pasado siglo porque tenía su punto aunque la ciudad pareciera sucia y hubiera edificios y casas cayéndose. Debo decir que me gusta muchísimo la vejez de las cosas. Y claro, Oviedo es una mezcla de las dos cosas. Es una ciudad vieja, conservadora pero de manera moderna. Esa conjunción es la que más me gusta de la ciudad.
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