Alberto Polledo, en su rincón preferido de la ciudad, el Campo, en 2013. PIÑA

«Estamos abrumados con tanto cariño», agradece la hija de Polledo

El librero que padecía una enfermedad sucumbió a la covid; su familia, confinada por el virus, aún no puede fijar fecha para el funeral

A. ARCE

OVIEDO.

Miércoles, 25 de noviembre 2020, 01:04

Los últimos días tenía la voz quebrada, trémula. Sus amigos y familiares le enviaban nuevas lecturas para trasladarle sus ánimos y apoyo; sin embargo, a la grave enfermedad que padecía desde hace dos años y que le tuvo ingresado más de seis semanas se sumó ... recientemente la covid. Carlos Alberto Polledo Arias, el mítico librero enamorado de Oviedo hasta la médula, ingresó el viernes n el hospital y falleció anteayer. Estos momentos, marcados por la pandemia, no podrían ser más duros para la familia. Una parte de ella se encuentra confinada en sus domicilios y la otra, solo puede llorar la pérdida a falta del debido funeral.

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Según explicó ayer su hija, Gemma Polledo, «aún no podemos fijar fecha», hasta recibir el resultado de las pruebas. Aun así, «tenemos pensado celebrarlo como permitan las circunstancias», aclaró, para agradecer a renglón seguido «todas las buenas palabras, los buenos recuerdos y todos los comentarios hacia mi padre que hemos tenido desde ayer (por el lunes)». «Estamos abrumados con tanto cariño», sentenció.

A Alberto Polledo «se le notaba en la voz que algo pasaba», lamentó ayer el primo carnal del «ilustre defensor del Campo», del Naranco y del Camino de Santiago ovetense, Luis Arias Argüelles-Meres, quien esperó que «esta pandemia que tanto daño ha hecho se pase pronto». Polledo, dijo, era una persona «noble» y «excelente» que conseguía «que hasta la gente con ideas más contrarias a él le apreciasen y entendiesen». Y es que, entre sus muchas cualidades para la materia humanística, el deporte, la caza o el amor por la naturaleza, tenía un don sobre todos los demás: «Sabía recomendar un libro» y transmitir el amor por la lectura a todo su alrededor.

De su profesión -regentó la desaparecida Librería Santa Teresa durante cincuenta años-, no era el único en la familia. Su otra prima carnal, María Jesús Polledo, de la Librería Polledo, explicó que además de un «familiar y un amigo», era «un colega». Uno «comprometido con todo, pero discreto, sin afán de protagonismo, todo inquietud por cambiar las cosas», afirmó la librera.

Era el menor de nueve hermanos y siempre llevó el libro en la sangre. Para la librera de Cervantes, Conchita Quirós, del tema asturiano «era un verdadero as».

Para demostrarlo, su bibliografía.

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