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ROSALÍA AGUDÍN
Lunes, 3 de abril 2017, 17:54
«Los primeros habitantes que tuvo Asturias ocuparon lugares estratégicos en la costa o cerca de los ríos hace 300.000 años». De esta forma los visitantes del Museo Arqueológico comienzan un recorrido por la historia que les lleva desde el origen de la humanidad hasta la Edad Media. Un recorrido que repasa la evolución del ser humano, y refleja que hace miles de años ya utilizaban objetos que se usan hoy en día, como es el caso de las pinzas de depilar o de las agujas, que al principio de los tiempos eran hechos con metal. Además, el público puede ver collares de todas las formas, clases y colores, ya que este complemento no solo se usaba como un adorno, sino también era utilizado para mostrar quién era el que tenía más poder en la sociedad o el que había ganado una batalla.
Pero antes de adentrarse en el mundo de las piedras, cuencos o columnas, los visitantes se dan de bruces con la historia particular del museo. Y es que el Arqueológico fue construido sobre el antiguo convento de San Vicente, donde «nació la ciudad de Oviedo y que durante mucho tiempo fue el centro neurálgico», tal y como explica el director del Museo y exjefe de patrimonio de Cultura, Ignacio Alonso.
Tanta relevancia posee que en el suelo del claustro existe un cristal donde los ovetenses pueden observar su germen. «En esta parte parece que se ha conservado un trozo de muralla, pero en realidad es un aljibe que se hizo para contener el agua, debido a la gran cantidad de humedad que hay en la zona». Asimismo, Alonso relata que por el verano este lugar se convierte en un recinto para conciertos de la Fundación Princesa de Asturias y del Ayuntamiento, «gracias a su buena acústica».
Muestra permanente
Tras el claustro, los turistas acceden por las escaleras, frente al auditorio, hacia las primeras piedras que usó el hombre. «Los primeros seres humanos usaron cantos toscos, pero después los neandertales empezaron a usar piezas más pequeñas», según explica Alonso. Asimismo, esta primera planta está presidida por una reproducción de uno de los neandertales del conocido grupo los trece del Sidrón. De la cueva piloñesa, referente en Europa porque cuenta con una importante cantidad de restos óseos, los expetos sacaron el «genoma de los neandertales» que sirvió para conocer las genes de quienes que vivieron en esta época.
Tras un primer vistazo, las escaleras conducen hacia una etapa de la que se conservan muchos objetos: la castrense. En ella las personas aprendieron a usar los metales y comenzaron a tener formas de organización social. Existe un mural donde se explica que en la II Edad de Hierro aparecieron los peines y las minas de oro tuvieron mucha relevancia de puertas para afuera de la región.«Este tipo de yacimientos se encontraban a la vera del río Navia y se ha descubierto que por aquel entonces ya había migración».
Pero la parte más llamativa de esta zona no está protagonizada por asturianos, sino por los romanos. Y es que a lo largo y ancho de varios pasillos se analiza la importancia que los romanos tuvieron en la región. «Llegaron a conquistar desde el río Sella hasta el Navia, y Castilla y León por el sur. Se ha comprobado que ganaron rápidamente la confianza de los habitantes locales y que por los lugares donde viajaban colocaban itinerarios que ahora hemos reproducido para que las personas ciegas puedan disfrutar del museo».
Unos peldaños más allá se explica una etapa que todo niño estudia en los colegios: los reyes de Asturias. En ella se pueden encontrar vajillas adornadas con mucho gusto y todo tipo de abalorios de azabache. «Investigando esta época te das cuenta de que Asturias no estuvo tan desconectada del mundo como nos creemos, ya que muchos de estos utensilios usan una decoración que también se utilizaba en el resto de España».
Talleres
El Museo Arqueológico es el lugar adonde llegan todas las piezas que encuentran los arqueólogos en las excavaciones de la región. Según explica Alonso, este lugar «tiene atribuciones legales especiales, ya que se establece un punto de recibimiento y, después, son ellos los encargados de distribuir las piezas a los diferentes museos que hay». Pero antes de que las piezas salgan, en el almacén el arqueólogo César García las clasifica. «Nosotros fotografiamos cada piedra y después creamos un documento clasificatorio». No obstante, este no es el único lugar donde se guardan las quince mil piezas que atesoran. «Tenemos tres almacenes y uno de ellos está en el monasterio de las Pelayas».
Una vez que analizadas todas las características de la pieza, es la restauradora Beatríz García la que se pone trabajar sobre ella. Es la encargada de restaurarlas y de crear dobles para que los ciegos puedan disfrutar de la colección. «Hacemos piezas policromadas para que ellos puedan tocar el relieve».
Todo aquel que quiera disfrutar y aprender de la historia de Asturias lo puede hacer de miércoles a viernes de 9.30 a 20 horas, los sábados de 9.30 a 14 horas y de 17 a 21 horas y los domingos de 9.30 a 15 horas.
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