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CECILIA PÉREZ
Miércoles, 29 de marzo 2017, 01:58
La Policía Nacional investiga «a conciencia» el secuestro de un taxista ovetense, el pasado domingo. Al caer la tarde, un hombre se subió al vehículo y a punta de pistola obligó al profesional a conducir a Cudillero, a mitad de trayecto le metió en el maletero y después, repuesto al volante, le liberó en Avilés. Casi tres horas de máxima angustia. Ese grado de «a conciencia» implica desde mandamientos judiciales a rastreos porque, según ha podido saber este periódico, la investigación de este suceso, que ha conmocionado al sector del taxi, está resultando «compleja».
La Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV), la Policía Científica y las unidades de la Brigada Móvil de la Policía Nacional están trabajando en el caso. Controlan todos los medios de transporte y estaciones de la región, incluido el aeropuerto, con el objetivo de apresar al sospechoso: un hombre de metro ochenta de estatura, calvo, de unos cuarenta años y ataviado con una sudadera de color azul, tal y como le describió la víctima en sede policial la noche que sucedieron los hechos.
Los esfuerzos policiales por dar con el individuo se centran en dar con el autor, que a cierre de esta edición no había sido detenido. Los agentes están rastreando la señal del móvil del taxista que el secuestrador robó, junto a la recaudación del día, y las antenas de telecomunicaciones de las zonas y localidades por donde, se cree, pudo huir el secuestrador desde Avilés. Porque fue en la Villa del Adelantado donde, cuando el reloj marcaba las diez menos cuarto de la noche, ordenó al taxista a detenerse, en la calle Fernández Balsera, junto a una farmacia de guardia. Antes de desaparecer, le amenazó con «matarlo» si lo denunciaba a la Policía.
Como presunto autor de un delito de detención ilegal y de otro por robo con violencia e intimidación, según el Código Penal, le podrían condenar a entre cuatro y seis años de cárcel y a entre dos y cinco años, respectivamente.
«Muy afectado»
La víctima del secuestro continúa en su domicilio, de baja y «muy afectado», comentaron ayer sus compañeros. «Esta es una profesión de riesgo y entre ellos está este suceso. Cuando alguien se sube al coche desconoces su identidad e intenciones», afirmó Manuel Arnaldo Alba, presidente de Asotaxi. El sector, a pesar de que calificó lo sucedido de «hecho aislado», está en alerta: «Lo asimilas si te atraca un mindundi, te vas a casa y ya está, pero este secuestro ha creado cierta psicosis», aseguró Alba.
El temor radica en la espectacularidad de los hechos. A las ocho menos cuarto de la tarde del pasado domingo, un hombre se subió al taxi de la víctima en el centro de Oviedo. Le pidió que le llevase hasta el aeropuerto. Cuando se dirigían por la autopista, sacó una pistola y le obligó a cambiar de dirección. Le exigió que le trasladase hasta la localidad de Lamuño, en Cudillero; sin embargo, el secuestrador no tardó en pedir al taxista que detuviese el automóvil, un Toyota. Quería conducirlo él mismo por lo que, siempre pistola en mano, le ordenó bajarse y meterse en el maletero, según declaró el taxista horas después en la Comisaría de Avilés.
El secuestrador, entonces, condujo durante varios minutos con la víctima encerrada en la parte trasera del vehículo. Lo hizo hasta que se vio desorientado. Paró entonces, sacó al hombre del maletero y le puso al volante otra vez. Le exigió un nuevo rumbo. El destino, Avilés. Durante ese trayecto se toparon con una patrulla de la Guardia Civil, a la altura de San Martín de Luiña. El taxista no pidió auxilio por miedo a las amenazas de muerte de su secuestrador. «Yo estaba deseando que no me parasen», relató a los taxistas que le auxiliaron en Avilés. Allí llegó sobre las diez menos cuarto de la noche. El secuestrador le obligó a detenerse en la calle Fernández Balsera, junto a una farmacia de guardia. Entonces, se bajó del coche, amenazó al taxista con «matarlo» si lo denunciaba a la Policía y huyó.
Desde ese momento, los esfuerzos de la Policía Nacional se concentran en dar con el paradero del secuestrador.
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