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Daniel Lumbreras
Lunes, 13 de febrero 2017, 12:11
San Lázaro y Otero forman un barrio elevado al extremo sur de Oviedo. Es conocido por sus piscinas y sus fiestas, pero tiene muchas cosas que mejorar. Algunas, urgentes. Como la limpieza. Y los desperfectos de las vías públicas. También las numerosas pintadas, la falta de iluminación y seguridad en algunas zonas, la proliferación de ratas, el deficiente centro social e incluso la cada vez mayor presencia de jabalíes en sus calles. Los vecinos están cansados y urgen mejoras. Araceli González y Cuqui Ormazábal, vicepresidenta y secretaria, respectivamente, de la Asociación de Vecinos de la zona, las llevan todas apuntadas en una larga lista. No se ha olvidado de ningún detalle el tesorero de la entidad, Antonio Carmona.
Los grafitis son una de las principales quejas de los residentes. No en vano, durante un paseo de una hora, es imposible perderlos de vista en ningún momento. «San Lázaro-Otero, el paraíso de la pintada», protesta sarcásticamente Ormazábal. «Al menos, se podrían hacer pintadas guapas».
No son el único problema. El barrio, lamentan, «está sucio como nunca estuvo. Oviedo recibió la Escoba de Platino (premio que reconoce la mejora en la calidad del servicio de limpieza), pero ahora nos darán un recogedor y una escoba de plástico», ironiza Ormazábal. Un ejemplo: la situación del río Gafo. «Lo limpian cada cuatro años, y solo cuando metemos tres papeles en el Ayuntamiento para reclamarlo. Y aún así, esperan. Está lleno de maleza, de ratas y de todo». La suciedad se acumula también en los solares vacíos, como los del Caño del Águila (a cuyos dueños «dicen que están buscando») o el que ha quedado tras el derribo del Instituto Leopoldo Alas, ahora lleno de basura. En otros rincones, como el de las escaleras cercanas a la parada de autobús de Julián Cañedo, también se acumulan los desperdicios, además de las micciones.
Existe como hospitalillo desde el siglo XII, según José Ramón Tolivar, pero la Malatería no tiene actividad desde 2010, cuando el Principado la retiró de la red del ERA (Establecimientos Residenciales de Asturias). «Hay un estudio de 15.000 euros tirado en un cajón un comedor para que la gente mayor fuera allí por un precio asequible, biblioteca, centro social... Esa Malatería llevaba 744 años ininterrumpidos atendiendo gente, habían propuesto un museo para eso. Es único en España. Hay para hacer eso y más, pedido por los vecinos», asegura Cuqui Ormazábal, secretaria de la Asociación de Vecinos de San Lázaro y Otero. La vicepresidenta, Araceli Domingo, cuenta que «la directora del ERA dijo que estaba estudiando otra residencia allí» y que le pedirán otra reunión en febrero para aclarar el futuro de la instalación.
La limpieza es, por tanto, la primera urgencia. También una mayor iluminación de las vías públicas «parece que estemos en un funeral de tercera», tercia Ormazábal así como una mayor presencia policial, sobre todo en el entorno de la recientemente inaugurada Senda Verde. «La gente está encantada con la senda, pero hace falta vigilancia», asegura la vicepresidenta vecinal. La secretaria de la entidad añade: «Dijeron que iban a poner cámaras, pero no han sido instaladas». También piden que se trate con mayor dureza a los dueños de perros que no recogen los excrementos de sus mascotas.
Baldosas rotas
La lista de reclamaciones incluye un mejor mantenimiento de las baldosas y pavimentos de las vías públicas. Las portavoces vecinales señalan constantemente, durante el paseo por el barrio, losetas levantadas o rotas. Las raíces de los árboles han ocasionado muchos desperfectos. En los agujeros no solo se acumula el agua cuando llueve, sino que son origen continuo de incidentes. «No están a nivel, vas caminando y tropezando», afirma González.
Ormazábal recuerda que ya ha habido algún suceso que lamentar: «El otro día vi caer a una paisanina» al lado de la salida del colegio Santo Ángel. A la asociación le preocupa el riesgo que suponen estas situaciones también para los niños, a lo que suma la «elevada velocidad» de algunos vehículos al circular por la zona.
Suma y sigue. El barrio cuenta con un centro social, en el que tiene su sede la asociación y al que acuden diariamente muchos vecinos, pero González reclama uno «decente». El actual «es pequeño, hay aguas fecales que caen de arriba y dejan mal olor y una calefacción que caldea la cabeza pero no el resto del cuerpo no. Se utiliza mucho, pero no tenemos dónde hacer actividades», reivindica. Hasta las sillas están en mal estado, lamentan. En lugar de arreglarlas, aseguran, se han limitado a quitar los cojinetes deteriorados. Eso sí, la concejala de Educación ha comprometido un centro de estudios propio. Y con la biblioteca están contentos.
Por otro lado, a los vecinos les entristece que el comercio «murió». El centro comercial se fue vaciando y llegaron otros negocios al barrio, pero nada de alimentación, «del día a día». También echan de menos una salida a la Ronda Sur desde Otero, infraestructura que llevan reivindicando desde hace varias décadas a distintas administraciones: «Estamos encerrados».
Y a todo ello, por si fuera poco, aún se suman los habitantes indeseados del barrio: ratas y jabalíes. «Seguimos igual, no desratizaron nada», protesta la secretaria de la asociación, que asegura que los roedores son «como gatos». Respecto a los jabalíes, explican que «bajan al parque de Villafría. Todavía los vi la semana pasada», explica González, quien lamenta que hay quien «les da de comer en los solares abandonados». Una vecina de la calle Armando Collar confirma esta situación. En su caso, explica que incluso teme sacar a pasear a su perra: «Llevo acongojada un año. Si vienes de noche, los ves».
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