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Jorge P. A. hizo ayer uso de su última palabra y pidió perdón a la familia de Isabel Márquez.
«Pido perdón a la familia y a la sociedad por la brutal agresión que causé a Isabel»

«Pido perdón a la familia y a la sociedad por la brutal agresión que causé a Isabel»

El asesino confeso de Isabel Márquez pide disculpas antes de que el jurado le declarara culpable

Idoya Rey

Miércoles, 18 de enero 2017, 01:30

Más que un crimen lo que padeció Isabel Márquez en su vivienda de General Zuvillaga «fue prácticamente una ejecución». Así de tajante, de cruda, se mostró la fiscal, Eugenia Prendes, en su informe final sobre el que el jurado popular debía determinar si el procesado por el crimen de la mujer era culpable o inocente. No había duda alguna: Jorge P. V., pareja de la fallecida, fue declarado culpable por unanimidad. El acusado no solo confesó desde el primer momento ser el autor, sino que además ayer accedió a asumir todo el relato de hechos que sostenían las acusaciones, ese que hablaba de una brutal agresión sin posibilidad de defensa tras años de someter y anular a su pareja.

Traducido en términos legales, esa conformidad del agresor supone que acepta las agravantes de parentesco y de desprecio de género y que reconoce haber sido plenamente consciente de que estaba asesinando a Isabel Márquez. Ante ese gesto, las acusaciones del proceso accedieron a considerar la atenuante de confesión, tal y como apuntaban las pruebas testificales que se escucharon durante el juicio celebrado en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial. La pena reclamada para el autor confeso se rebajó de los 25 a los 22 años y medio de prisión.

El jurado popular tenía un objeto del veredicto sencillo. Además de esa culpabilidad ya asumida por el acusado, debían decidir si eran favorables al indulto o a una suspensión de la condena, algo en lo que también hubo unanimidad. Quedó rechazada esa posibilidad, pese al intento del procesado de reparar el daño. Quiso en el turno a la última palabra ofrecer un alegato implorando el perdón de la familia.

«Quiero mostrar mi total arrepentimiento por la brutal agresión que le causé a Isabel con las consecuencias que tuvo. Pido perdón a su hijo y a su familia por las consecuencias directas o indirectas», expresó sin titubeos. También quiso pedir perdón «a la sociedad de Oviedo y Asturias por la alarma social que pude causar y a todas las personas que directa o indirecta se sientan afectadas u ofendidas».

«Homicidio por compasión»

El único clavo al que podía agarrarse la defensa, representada por la abogada de oficio María López-Castro, era a la de una eximente parcial o completa por el trastorno de personalidad que el procesado tiene diagnosticado desde hace años. Los forenses y peritos que testificaron durante el juicio, así lo acreditaron. Jorge P. V. presenta un trastorno mixto de la personalidad. Es un narcisista, pero eso no le impide, a juicio de los expertos, «discernir entre el bien y el mal. Tiene una inteligencia normal», garantizaron. En el momento del crimen, añadieron los forenses encargados de examinar al acusado tras los hechos, tampoco creen que estuviera dominado por un impulso. Más bien calificarían el crimen como «un homicidio por compasión».

Los psicólogos y psiquiatras insistieron en ello porque el propio procesado les confesó que «en otras ocasiones había pensado en matar a Isabel porque no iba a superar la situación económica que tenían», la «ruina» en la que la había dejado. Fue pues «un hecho pensado para que la víctima no sufriese» y «no un episodio por pérdida crítica de la realidad ni por un impulso». En todo ese relato que les manifestó el procesado había «un fondo de egoísmo». De hecho, el asesino confeso «dijo que se iba a suicidar pero que en el último momento le vino un pensamiento de que tenía que honrarla. Pensó que si se suicidaba, como es creyente, no iría al cielo y no podría estar con ella porque no se había confesado».

La ingesta de alcohol, que podría usarse como detonante dada su enfermedad, tampoco es muy fiable para los peritos. Dijo haber bebido «pero no especificó ni cuándo ni dónde. Además si hubiere padecido una situación de embriaguez extrema o moderada recordaría con dificultad el momento en que cometió los hechos, en cambio les relató lo ocurrido con detalles».

En ese informe sobre la personalidad del procesado, los peritos también describieron cómo había seguido el mismo patrón de comportamiento con al menos dos parejas anteriores: conoce a alguien, las deslumbra con una situación laboral y económica ficticia, aparecen problemas económicos y se mete en una maraña para ocultarlos hasta que la situación es insostenible y se rompe la relación, un final que en este caso acabó con el asesinato de Isabel Márquez en su vivienda de General Zuvillaga, un crimen que ayer los forenses describieron como «brutal». La golpeó varias veces con la barra de una mancuerna. «El cerebro prácticamente había desaparecido». Es una de las tremendas frases que emplearon para describir la atroz escena que se encontraron. Al jurado, esa exposición le parecía suficiente, pero, pese a solicitar que no les mostraran las fotos del cuerpo, tuvieron que verlas. Luego rechazaron un indulto o suspensión de la pena «en base a la crueldad de los hechos». El juicio quedó visto para sentencia, tarea que corresponde a la presidenta de la Sección Segunda, Covadonga Vázquez.

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