Ama Lara en una de las imágenes con las que promocionaba sus servicios en internet.

Ama Lara, azotes a 200 euros la hora

La red de prostitución y sado desarticulada en Oviedo ofrecía servicios y tarifas en internet

GONZALO DÍAZ-RUBÍN

Sábado, 20 de agosto 2016, 01:49

«... se encuentra ubicado en Oviedo, en una zona de fácil acceso y a la vez muy discreto, con un parking a 100 metros. Posee unas amplias instalaciones...» Podría ser el anuncio de un restaurante de bodas o de un hotel romántico, pero es el texto con el que una de las detenidas en la operación contra el tráfico ilegal de personas y su explotación sexual, Marta F., anuncia, aún hoy, sus servicios de sadomasoquismo en internet. Lo hace bajo el seudónimo de Ama Lara y en inglés y español. No en vano la Policía Nacional considera que el piso, ubicado en la segunda planta del número 14 de la calle Campomanes era uno de los referentes en estas prácticas sexuales de todo el norte de España.

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Vaya por delante que las aficiones del Marqués de Sade no son delito (si son consentidas por ambas partes), aunque al francés, por si acaso, lo encarcelaron todos los gobiernos que tuvo Francia a caballo entre los siglos XVIII y el XIX. La caída del «reino de Ama Lara» no tiene que ver con eso. Según las pesquisas policiales, la red ingresaba más de medio millón de euros al año que no declaraba. Lo hacía con tarifas de 200 euros por sesiones de una hora. Una cifra orientativa porque Ama Lara proveía de múltiples servicios: «Desde internamientos, bien sean por horas, días o semanas, pasando por momificación, suspensión, feminización, servilismo, juegos de rol, fetichismo del pie, adoración, 'spanking', tortura genital, infantilismo, 'facesitting', lluvia dorada, 'scat', 'spitting', enemas, sondas, 'trampling', bondage, cera, entrenamiento canino, ecuestre, sodomización...», enumera la dominatrix en su blog.

Hay términos que es mejor no explicar. Para los curiosos está Google. También, Youtube, Facebook o Twitter, que en todos tenía cuenta el negocio de Ama Lara, que se quitaba el seudónimo y volvía a ser Marta F. para regentar el otro negocio que fue su ruina. «Tu ansia de 'cash' me da mal feeling», le escribe por whastapp Antonio Gonzalo N. a Luis Enrique S., pareja y socio de Ama Lara a la hora de firmar, a finales del año pasado, el traspaso de un piso 'más convencional', en la avenida de Pumarín, 20. Pese al medio millón largo de euros de ingresos al año, Marta F. y otros colaboradores de la red cobraban el salario social.

Todas las historias tienen un principio. El de esta, para la Policía y la instrucción judicial, comienza en Nochebuena pero no es un 'Cuento de Navidad'. Esa fue la noche que la que la chica a la que ahora la Policía llama TP OV-01/2016 abandonó el piso de Pumarín en el que, según denunció días después en Comisaría, estaba siendo explotada y coaccionada para ejercer la prostitución desde el verano. Con 18 años, casada desde los 15, y nacida pobre en una de las zonas más pobres de Paraguay, quedó deslumbrada al oír a dos convecinas y hermanas Blásida V. y Carolina V. hablar de sus pisos en España, de su «alto nivel de vida» y soñó.

El sueño era caro para una familia de jornaleros. Blásida V. le prestó 2.000 euros para el billete y se comprometió a buscarle trabajo en el servicio doméstico. Pero también hacía falta un dineral (1.500 euros) para el viático, para conseguir el visado. Un vecino hipotecó su casa, otra le adelantó 500 euros. En septiembre, con 12 compatriotas formó un 'grupo turístico' para volar desde Brasil hasta Toulouse (Francia). Tras la primera noche, el grupo de turistas se disolvió y «cada uno siguió su camino», declaró la chica. Todos hacia a España.

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El suyo, en tren, hasta Barcelona, desde donde telefoneó a Blásida V., que le dijo que continuase viaje hasta el Ferrol. Allí alquiló por 200 euros al mes una habitación a las hermanas. Lo ocupó apenas un día. Al siguiente, Carolina, puso las cartas sobre la mesa. No había trabajo en el servicio doméstico, sino en la prostitución. Presionada con echarla del piso y acuciada por las deudas del viaje, «se vio abocada a acompañar a Carolina hasta Asturias», donde esta le explicó que ejercía como meretriz en Oviedo.

El profesional

En la historia, hacen ahora acto de presencia nuevos personajes. Cristal (Tatiane A.) recibe a la TP OV-01 y le explica el funcionamiento del piso: disponibilidad 24 horas, hacer una «pasarela provocativa» cada vez que llegue un cliente, dormirá en una habitación, en literas, con otras tres mujeres, comerá donde pueda porque el piso no tiene cocina, solo microondas y dos horas libres al día. De dinero, también se habló: 40 euros por media hora, 25 para ella y 15 para la casa. El doble por una hora. Sin más preámbulos, Cristal le hizo unas fotos en ropa interior, para anunciar la llegada de la nueva chica y a trabajar «desde el primer día». Las cosas no salieron bien. Hubo quejas de clientes, broncas de Cristal por su escasa dedicación y amenazas de Carolina V. con que no tenía otro medio de pagar la deuda porque carecía de papeles. Todo le afectaba: unas inundaciones en su país; pensar en su familia que no sabía nada... En noviembre, con la regla, Cristal le dice que lo disimule con una toallita. El apaño, le causa una infección, pero no puede acudir al médico. En cuanto se recupera, vuelve a trabajar. De día con Cristal, de noche con Paloma (Dana T.) como encargadas.

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«Un día a mediados de diciembre se aceró una mujer española conocida como Lara» para alquilar el piso. A los pocos días, impuso una nueva encargada, otra de nombre artístico Paloma (Cecilia O.). Todo cambió para peor. A partir de ese día, conoció a Antonio Gonzalo N., el dueño del piso y viejo conocido de la Policía. Con dos décadas de experiencia al menos en el sector. Ha tenido varios negocios. Ahora, mantiene, al menos tres pisos en el mismo portal, dos dedicados al «alquiler de habitaciones». Él y su mujer María Sandra E. disfrazan sus ingresos en un entramado empresarial. Son ellos, los que utilizan a las hermanas Blásida V. y Carolina V. para «proveer» de mujeres sus negocios en Oviedo y dos pisos más en El Ferrol.

La nueva dirección de Marta F., de Ama Lara, sigue supervisada por Antonio Gonzalo N., pero la nueva encargada, la nueva Paloma, acaba con las pocas fuerzas de la TP 0V-01. «Impone a la víctima todo tipo de servicios y restringe sus horas libres». Un día, que se niega a un servicio, le dice que «como puta llegaste, como puta tienes que hacer». Apenas le deja 30 minutos libres. En Nochebuena sale a cenar con una amiga, a la vuelta hay una broca y deja el piso.

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No conoce a nadie. Cristal que ha sido despedida, le aconseja denunciar. Camina hacia la Comisaría. Cuando hable caerá el negocio de Antonio Gonzalo N.. También, los 10 años de azotes a 200 euros de Ama Lara. Es solo el principio de la historia. Mañana más.

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