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Antiguo acueducto de Los Pilares de Oviedo. Fototipia Thomas (Barcelona). Imagen cedida por el Archivo Municipal.
Los Pilares llegan hasta el Naranco

Los Pilares llegan hasta el Naranco

Delimita un entorno que incluye los restos de la traída de agua desde Fitoria descubiertos recientemente en la ladera del monte ovetense

IDOYA REY

Lunes, 6 de junio 2016, 01:49

Hace un siglo, el Ayuntamiento justificaba que «todo lo antiguo está llamado a desaparecer» para dar luz verde al derribo del acueducto de Los Pilares, una obra levantada entre muchas dificultades en el siglo XVI para abastecer de agua a la ciudad. Ese argumento defendido en la época hizo que, a pesar de los esfuerzos de muchos ciudadanos, Fermín Canella entre ellos, el monumento sucumbiera al progreso. Solo quedaron de aquella obra cinco arcos en pie, los mismos que ahora, cien años después, se tratan de preservar. No todo lo antiguo ha desaparecido.

El pasado año se cumplió un siglo de ese derribo del acueducto, que comenzó en la sombra. La efeméride además coincidía con los 30 años de la declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) de esos cinco arcos que sobrevivieron a la piqueta y la Consejería de Cultura decidió ampliar la protección de esos restos escondidos allí donde comienza el barrio de Vallobín. Esta vez, el blindaje del monumento ha llegado hasta el monte Naranco.

Además de delimitar un área de protección en los alrededores de los Pilares, Patrimonio decidió también preservar una parte indispensable del funcionamiento del acueducto que había estado oculta hasta hace unos años. En 2008, con el inicio de las obras para la construcción del colector Norte de la ciudad, se encontraron en la falda del Naranco algunos restos de la acometida de agua original que abastecía al acueducto. Eran los restos de la traída de agua de Fitoria una parte de ese proyecto del siglo XVI. Ese canal de alimentación discurre paralelo a la pista Finlandesa sobre muretes de mampostería y se conserva un muro de sillares irregulares de gran formato con achuras superiores a los 80 centímetros. Esta conducción de aguas, que se remonta al año 1571, y sus alrededores, también ha sido incluida en el nuevo entorno de protección de los Pilares.

Antes de ser BIC, esos cinco arcos que quedaron en pie de los 41 iniciales, ya habían sido declarados Monumento Histórico mediante una Real Orden de la Dirección de Bellas Artes. Ocurrió en noviembre de 1915, cuando la piqueta ya había acabado con la mayor parte del monumento.

La construcción surgió del interés por la salubridad y la higiene que se extendió por diferentes ciudades del país en el siglo XVI. A fin de dar solución a ese problema, en 1537 se propone la traída de aguas a Oviedo desde el monte Naranco, aunque el proyecto para usar el manantial de Fitoria y construir el acueducto, no sería una realidad hasta 1570. En ese año, el proyecto ya estaba aprobado aunque las obras tardaron en iniciarse. Los trabajos fueron lentos, se amplió el número de arcos inicial, lo que obligó a buscar nueva financiación, se encontraron deficiencias en la cimentación e incluso hubo un pleito con uno de los constructores. El acueducto no se finalizó hasta 1599.

Una vez completada, la construcción mantuvo su utilidad hasta 1874, cuando se inauguró una traída de aguas adaptada a los usos técnicos de la época. En ese momento, comenzó a peligrar la preservación de un acueducto que había perdido su utilidad y que se encontraba en pleno ensanche de la ciudad.

Hubo lucha de la opinión pública, de Fermín Canella, de la Comisión de Monumentos Histórico-Artísticos y hubo también un informe favorable de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, pero no sirvió. El Ayuntamiento dio el visto bueno a un derribo que se materializó entre 1915 y 1918. El acueducto de Los Pilares perdió sus primeras piedras un 11 de enero de 1915. El derribo sobrevolaba desde comienzos del pasado siglo, pero había conseguido aplazarse la demolición, hasta que ese mañana comenzó ese derribo callado. La prensa de la época protestaba al día siguiente por esa «abominable demolición» y los trabajos se paralizaron, aunque poco más tarde el progreso pudo con ese monumento, aunque no del todo: los cinco arcos están protegidos ahora hasta el Naranco.

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