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CECILIA PÉREZ
Domingo, 29 de mayo 2016, 00:30
«Esto si lo aplicaran a los vecinos del pueblo tendríamos calefacción gratis», dijo un sonriente Ángel Solís mientras contemplaba cómo de los hornos de cok se volcaban a una cubeta toneladas incandescentes de este material. Solís, junto a otros 36 vecinos de Trubia, visitaron ayer la planta de Industrias Doy.
Una iniciativa que partió de la propia empresa. «La gente tiene un conocimiento de las instalaciones desde fuera y no de dentro. Es una oportunidad para conocer qué hacemos y para qué sirve el cok», explicó Bruno Pedregal, responsable de la planta trubieca.
Sobre el «qué hacemos», Pedregal explicó a los visitantes que Industrias Doy compra un carbón especial para coquizar. «Las hullas vienen de Estados Unidos», matizó Aurelio García, propietario de las instalaciones. Ese carbón se muele y se hornea a unas temperaturas de entre 900 y 950 grados. «Los hornos están completamente sellados para que no entre oxígeno y no se queme el carbón», explicó el responsable de la planta. Lo que resulta de ese horno se concentra en carbono, superior al 90%. El producto final es el cok, una materia porosa, parecido a la piedra pómez.
El cok se utiliza en las fundiciones para fabricar piezas de automoción, como por ejemplo el contrapeso de la palanca de cambios de los automóviles o las bocas de incendio, las rojas que se pueden ver por las calles de la ciudad, conocidas técnicamente como hidrantes aéreos.
Industrias Doy produce 120.000 toneladas de cok al año. Las previsiones para este 2016 no son buenas. «Estamos en un año malo. Nuestro sector está en competitividad con los productos del Este. Hay una sobreproducción y una necesidad de vender que no soporta ni los costes», explicó Pedregal.
Las instalaciones cuentan con ciento once hornos distribuidos entre cuatro baterías. En ellas trabaja una plantilla de entre 40 y 44 empleados. «Podemos llegar a los 70 trabajadores si tenemos en cuenta las subcontratas y talleres», especificó Pedregal.
Entre esos empleados se encuentra la pareja de María Jesús Fernández. «Me hace mucha ilusión esta visita porque le voy a poner imagen a lo que me cuenta siempre mi pareja sobre el trabajo que desempeña aquí. Ya lleva 15 años», comentó Fernández.
Industrias Doy lleva vinculada a Trubia desde 1948. Sus actuales propietarios gestionan las instalaciones desde 2002. «Cuando la familia Morate echó el cierre a la planta la cogimos nosotros en la modalidad de alquiler con derecho a compra», explicó su actual propietario, Aurelio García.
En la planta se han invertido 10 millones de euros en medidas para preservar el Medio Ambiente y la seguridad. «No somos una chocolatería y hay que convivir con los vecinos. Cumplimos con todas las autorizaciones medioambientales y además somos la única coquería, a nivel mundial, que por la noche paramos la producción para cumplir con la normativa de ruido», explicó Pedregal.
«Nada que ver con hace 50 años», comentó María Jesús Menéndez. «Ahora no hay ni ruido ni olores, no me molesta nada», dijo mientras se adentraba en las instalaciones. «Es una gran idea conocer sus entrañas».
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