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ROSALÍA AGUDÍN
Martes, 10 de mayo 2016, 03:01
«La fábrica de armas ayuda a comprender que Oviedo fue una ciudad obrera y los jornaleros suponían la mitad del censo demográfico en 1900». De esta forma, el geógrafo Sergio Tomé iniciaba la segunda parada de las jornadas sobre Patrimonio Industrial en Oviedo, que en esta ocasión tuvo como temática los barrios donde residían los trabajadores. La ruta comenzó en la Calleja de la Vieja, donde el profesor de la Universidad de Oviedo señaló que el tipo de barrio que se construyó en esta época fue oculto.
«En total, se realizaron cien asentamientos de este tipo y en ellos había un retrete para todos», explicó Tomé a los 70 ciudadanos que acudieron a esta cita. Además, indicó que hasta «el siglo XIX no se generalizó el alcantarillado y lo obrero estaba relacionado con lo campesino y la prostitución». A partir de 1928, la capital del Principado cambió por completo, ya que a nivel nacional se instauraron las leyes de las casas baratas, que eran construidas con ayuda del Estado. «Desde 1919 hasta 1936, esta normativa hizo que en España se instaurase el modelo de casa jardín». Por esta razón, en Oviedo se edificaron trece viviendas de este tipo, sin embargo, en la actualidad solo sobreviven dos, una de ellas en las inmediaciones de la calle Azcárraga y otra en el barrio de Otero.
A pesar de que este modelo tuvo éxito, tiempo después se pasó a la construcción en bloques porque «había necesidad de ahorrar». Debido a ello, en las inmediaciones de la fábrica de armas se comenzaron a levantar cuarteles, «que ocupan una enorme manzana y el centro está descubierto. Estos espacios se hacían para crear silencio en el interior y en Oviedo, desde 1939 hasta 1943, se realizaron cien edificaciones de este tipo», señaló.
Ya por los años 50, en Ventanielles se creó un polígono de viviendas, con patios eran encadenados. «Al principio se dijo que en esta zona no se podía construir, ya que era muy húmeda, pero luego cambiaron de decisión y se construyeron 2.000 viviendas», manifestó, en las que «se comenzaron a introducir elementos asturianos» como arte decorativo, afirmó el geógrafo.
Las jornadas continúan hoy en Mieres, con una charla del arquitecto José Ramón Molina sobre la rehabilitación del Pozo Santa Bárbara, en la Casa de Cultura de Teodoro Cuesta. A las 17 horas.
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