ángela s. cifuentes
Jueves, 14 de abril 2016, 16:34
Dos calles cortadas. Técnicos municipales en trabajo constante. Bomberos que apoyan las tareas. Un edificio que no está y otros que están pero no se tocan. Es la estampa del centro de Oviedo una semana después del desolador incendio que dejó sin vivienda a una familia, que desplazó de ella a otras muchas, que destruyó el lugar de trabajo de numerosas personas y, sobre todo, que acabó con la vida de Eloy Palacio.
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La tarea principal está ahora en reforzar las fachadas de los edificios afectados. Por el momento, la labor de los bomberos consiste en visualizar el interior de los inmuebles, mediante una autoescalera. «No se puede entrar hasta que no termine la inspección de los técnicos municipales» , relata Alejandro Vallina, jefe de turno de los Bomberos de Oviedo. «Está siendo una semana muy triste para nosotros» , confiesa el bombero.
El mismo sentimiento de tristeza comparten los comerciantes de la zona. El cordón de seguridad está afectando a numerosos locales, situados en la calle Uría y Melquiades Álvarez. «Las ventas han bajado, porque los clientes tienen que dar mucho rodeo para llegar hasta el local» , cuenta Luis Bobes, gerente de sombrerería Albiñana. «Me he puesto en contacto con el seguro, pero al no tener cerrado el local no se hacen cargo de la bajada de ventas», detalla.
La disminución en el volumen de ventas también ha afectado a los dos negocios de Patricia González, una camisería y una zapatería. «Un gran golpe, que en plena temporada surja todo este caos. He tenido que llamar a las fábricas porque no me pueden descargar la mercancía», relata emocionada.
Los comerciantes afectados también reclaman información por parte del consistorio, ya que aseguran que nadie se ha puesto en contacto con ellos. Las informaciones que les llegan son de los medios de comunicación o de los operacios que trabajan en la zona.
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Situación distinta se vive en el bar La Paloma. La actividad estos días se ha incrementado por la presencia de trabajadores de despachos de la zona, que han hecho del local una oficina improvisada. «Algunos reciben a los clientes aquí, incluso nos han llegado avisos al teléfono de clientes para suspender sus citas con los abogados», explica Julio César Gijganto, camarero.
Aún no hay fecha para la apertura al tráfico de las calles afectadas y para que este eje comercial de la capital asturiana vuelve a ser el de antes.
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