Ventajas y desventajas de vivir en el campo

Oviedo cuenta con 257 pueblos repartidos en 29 parroquias. Sus habitantes defienden las bondades de vivir en la zona rural

CECILIA PÉREZ

Viernes, 11 de marzo 2016, 18:41

Por el contacto con la naturaleza, por la tranquilidad, por la independencia, por ser el lugar de nacimiento, por un cambio radical, e incluso por trabajo. Son muchas las razones por las que alguien decide vivir en una zona rural. El concejo de Oviedo cuenta con 257 pueblos, repartidos entre 29 parroquias rurales. El perfil que dibuja el Consejo Económico y Social del Principado de Asturias sobre la población rural no es muy alentador. Un informe de 2010 argumentaba que el medio rural se ha masculinizado, envejecido y despoblado, sin embargo «yo me encuentro muy bien aquí y no lo cambiaría por nada». El «yo» que habla se llama José Manuel Álvarez y el «aquí» que no cambiaría por nada es San Cipriano de Pando. Este núcleo rural, se encuentra en la zona Este del concejo. Cuatro kilómetros lo separan de Oviedo capital. De la misma opinión y llevada al extremo es Rosaura García. «De aquí para San Salvador (cementerio) que ya tengo el apartamento reservado», ríe pero enseguida Jesús Alonso, presidente de la Asociación de Vecinos de San Cipriano de Pando, apostilla que «es cierto que es un pueblo muy llamativo y que la tranquilidad y paz que se respira aquí pocos sitios nos las darían. Pero nos faltan muchas cosas». Nadie dijo que vivir en un pueblo fuese fácil, también tienen sus contras. Jesús los enumera: «Necesitamos un centro social ya. Es nuestra mayor reivindicación», apunta. «Nuestro pueblo cuenta con casi 200 habitantes y necesitamos un lugar de reunión». El presidente de la Asociación de San Cipriano de Pando asegura que «el Ayuntamiento nos tiene abandonados. Los políticos deberían levantar el culo del sillón y mirar por las deficiencias de los pueblos». La lista de reivindicaciones va más allá: «Tenemos una iglesia que no podemos utilizar. El cura no quiere dar misa porque dice que no hay gente y encima nos ha cortado la luz», asegura José Allonca. «Ye un caprichoso» , apostilla Soledad García, que lleva 54 años viviendo en San Cipriano. Pero según los vecinos, el problema va más allá de un corte de electricidad. «Si no rehabilitan esta iglesia se va a caer al suelo. Queremos que hagan algo por ella desde el Arzobispado y que nos cambien de cura», exige Jesús Alonso. Pero como todo no va a ser negativo, los vecinos de San Cipriano de Pando reconocen que su pueblín del alma ha mejorado en infraestructuras. «Ahora da gusto venir en coche, tenemos las carreteras asfaltadas, señalizadas y limpias», agradecen los vecinos.

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Esto es algo de lo que no pueden presumir los habitantes de Arneo, en Fitoria. Esta localidad, a los pies del Naranco, cuenta con una población de 155 habitantes y se encuentra a escasos dos kilómetros de Oviedo ciudad, sin embargo del «Orfanato Minero hacia Fitoria el terreno se vuelve un poco selva».

Lo cuenta Andrea Mier y lo corrobora su marido, Javier Moreno. «Hay taxis que no quieren subir porque las zarzas que ocupan las cunetas rayan los coches». No es el único problema.

¿Soy de Arneo o de Villamejil?

Andrea Mier y Javier Moreno son un matrimonio joven que decidió cambiar su piso en la ciudad por una casa en un entorno rural y privilegiado. «Tenemos unas vistas que no se pagan con dinero», asegura Andrea, mientras juega con su pequeño Bruno, que acaba de cumplir un año. «Para el crío esto es una maravilla. Es pura naturaleza y una tranquilidad absoluta». Es uno de los argumentos que da Javier y que apoya la decisión de haber elegido un pueblo para vivir. Pero no todo es jauja. Los accesos a las localidades que pueblan la falda del Naranco son complicados. «Las ambulancias lo pasan fatal. Teníamos una vecina a la que una ambulancia venía a buscarla todas las semanas para acudir a rehabilitación. El conductor lo pasaba fatal a la hora de maniobrar». Las curvas, las pendientes y la estrechez de la carretera no ayudan mucho, reconocen. Como tampoco estar en un limbo censal a la hora de recibir el correo. «Explicar dónde vives es muy complicado. Se supone que nosotros vivimos en Arneo pero en el censo nos dicen que no, que esto es Villamejil porque en el padrón no aparece este lugar», explica Andrea Mier. La pista Finlandesa es el límite artificial entre ambas localidades. La parte superior del paseo es Arneo y la parte inferior Villamejil. «El cartero porque ya conoce el lugar pero es para volverse loco», comenta Javier. «Una vez lo sustituyó otro compañero que no supo dar con nuestra dirección. El problema fue que traía una notificación por una multa de tráfico. La carta nunca llegó a mis manos así que de pagar 100 euros pasé a pagar 600. Nunca vivir tan cerca de Oviedo fue tan complicado», sentencian.

Un pueblo a la vera del río

Cerca de la capital viven también los 149 habitantes de San Andrés de Trubia. A 19 kilómetros, exactamente. Un pueblo a la vera del río Trubia que tiene una ventaja y una desventaja en un mismo hecho: la falta de cobertura móvil. «Si se quiere desconectar está muy bien, lo logras seguro. Pero yo he perdido ofertas de trabajo porque no pudieron localizarme, siempre estaba fuera de cobertura», cuenta Cecilia González. Ella ha creado la asociación juvenil Sigue Soñando, para dotar de ocio a la población más joven de San Andrés. «Antes había más vida en el pueblo. Por el verano, salíamos y nos sentábamos en los bancos a charlar. Ahora, todos en casa a las ocho de la tarde».

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Lo cuenta otra joven, esta de espíritu. Se llama María Teresa Bengochea y tiene 89 años. Es una asidua al centro social de San Andrés de Trubia, junto con otras vecinas que acuden los dos días a la semana que abren el local. «Los martes y los viernes nos reunimos para hacer talleres. Ahora estamos con uno de Trueques de Saberes. En él intercambiamos ideas sobre labores de costura», explica Dori Vázquez, su coordinadora, que asegura que «da vida al pueblo porque si estás baja de moral aquí te animas». La vida en San Andrés de Trubia se alterna con los viajes a Trubia y a Oviedo: «Aquí no tenemos tienda así que tenemos que salir fuera. Ahora la linea de autobús pasa cada media hora. Antes lo hacía cada dos», compara Cecilia Gómez, que asegura que en esta localidad hay mucho por descubrir.

«Tenemos una senda verde que va desde Fuso de la Reina hasta Tuñón y enlaza con la Senda del Oso. Las cascadas de Guanga. Vamos que contamos con la comodidad de vivir cerca de la ciudad pero en un entorno rural». Eso sí, los vecinos de San Andrés de Trubia también reivindican: «Pedimos que el alumbrado público de la carretera nacional que cruza el pueblo no lo apaguen a media noche. Es una carretera a la que acceden muchos animales salvajes y como pases por ahí a partir de doce de la noche no ves nada, el riesgo es importante», confiesa Cecilia, pero no cambiaría San Andrés de Trubia por nada del mundo.

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