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El número 7 de General Zubillaga.
El asesino de María Isabel Márquez ha estado en tratamiento en once centros psiquiátricos

El asesino de María Isabel Márquez ha estado en tratamiento en once centros psiquiátricos

Jorge P. V. pasó su primera noche en la enfermería de la cárcel de Villabona, bajo el protocolo de prevención de suicidio

Ana Salas

Jueves, 12 de noviembre 2015, 00:13

El asesino confeso de María Isabel Márquez Uría, Jorge P. V., «llora» cada vez que escucha el nombre de su pareja, a la que mató «para salvarla de los problemas económicos» que tenían. La abogada del presunto asesino, Ana Arrojo Sánchez, le visitó ayer durante una hora y media en la Centro Penitenciario de Villabona. Su primera noche en prisión la pasó «bien». Tomó sus pastillas para dormir en la enfermería, donde le aplicaron el protocolo de prevención de suicidio. Es algo habitual, aunque en este caso, Jorge P. V. había anunciado su intención de quitarse la vida por lo que tiene aún más lógica. El acusado solicitará su traslado a la Unidad Terapéutica y Educativa para «normalizar su situación» dentro de la cárcel.

Contó a su abogada no haber tenido problemas con ningún interno, vive una «realidad» en la que «sigue diciendo que adora» a la fallecida. Ante la magistrada titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer, Mónica Casado Gobernado, expuso el pasado martes que padece problemas mentales. Se refirió a un trastorno de personalidad. Su abogada precisó ayer que ha recibido tratamiento en once centros de distintas comunidades autónomas y en varios de ellos permaneció ingresado en periodos de hasta un mes. La letrada solicitará a través del juzgado los informes médicos para trazar las líneas de su defensa.

Ante su abogada, Jorge P. V. describe a María Isabel Márquez como una persona «que se ahoga en un vaso de agua», que sufría «mucho» y que, incluso, en una ocasión le dijo que si se veía en una complicada situación económica, «se moriría». Los problemas les acuciaban. Él no trabajaba desde hacía tiempo, le dijo. Aun así, había tratado de ocultar a su pareja parte de las dificultades que sufrían, incluso los motivos por los que les habían cortado la luz en el piso en el que ambos vivían en el número 7 de la calle General Zubillaga. Este pudo ser, de hecho, el móvil del crimen. Se baraja que le hubiera pedido dinero a María Isabel Márquez Uría y ella se hubiera negado a dárselo.

Quienes los veían por la calle o los conocían, sin embargo, no pensaban que la pareja tuviera problemas de dinero. Hablan de él como un hombre bien vestido que parecía que cada mañana se dirigía a su puesto de trabajo. Ella, sin embargo, se había dado de baja del Club de Tenis al que solía acudir a hacer deporte por las tardes. Una de las trabajadoras de un despacho de abogados, al que la víctima acudió a raíz de su separación de un psiquiatra, con quien tomaba un café de vez en cuando, se mostró sorprendida por lo ocurrido porque María Isabel Márquez le contaba que era feliz con su actual pareja y que planeaban comprarse un piso juntos.

Jorge P. V. la mató el jueves a las dos de la tarde golpeándole en la cabeza con unas mancuernas metálicas, según confirmó la autopsia realizada al cadáver, y él mismo confesó ante la magistrada titular del juzgado. Previamente, se había negado a prestar declaración en Comisaría, pero a la juez le dio todo tipo de detalles sobre el asesinato, tal y como trasladaron desde el Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA).

Las noches del viernes y el sábado durmió en un hotel situado en el centro de la ciudad pero en una zona algo alejada del piso en el que vivían, muy cercano a la plaza de América. El domingo, sin embargo, se quedó en la casa, a pesar de que el cadáver de María Isabel Márquez yacía sobre la cama del dormitorio. Esos días escribió cuatro cartas. Tres las dirigió a su víctima, y en ellas le declaraba su amor y le pedía perdón por haberla asesinado. Le decía que estaba arrepentido y se lamentaba de que el mal «se apoderó» de él . También le prometía que pronto se reuniría con ella.

De su suicidio advirtió en la cuarta nota que escribió y dejó en el buzón de una oficina del mismo edificio. Una trabajadora la encontró el lunes cuando llegó a su puesto de trabajo. Ahí se descubrió el crimen. Junto a la nota, Jorge P. V. dejó las llaves del piso y anunció que allí estaba muerta su pareja. La Policía Nacional pronto acudió a la vivienda. Eran cerca de las diez de la mañana del lunes. Una hora después y tras deambular por los alrededores de una comisaría de Gijón, decidió entrar. Había cambiado de opinión. No se suicidaría, «lo más justo para su pareja era pagar» por lo que había hecho. Su relato lo hizo en el Juzgado de Violencia sobre la Mujer antes de que la titular lo enviara a la cárcel sin fianza tras la petición de la Fiscalía acusado de un delito de asesinato.

La familia, por el momento, ha evitado realizar declaraciones respecto a la muerte María Isabel. Una de sus hermanas vive al lado de General Zubillaga, en la vivienda donde residía también la madre de ambas ya fallecida. La otra es profesora del colegio San Ignacio. Su hijo se había trasladado a vivir a Londres mientras ella había decidido seguir en el mismo piso en el que llevaba viviendo décadas aunque ahora se planteara la posibilidad de un traslado. María Isabel Márquez Uría, de 65 años, había decidido compartir su vida con el que resultó su verdugo, 14 años más joven. Un hombre que escribió un destino diferente para ambos.

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