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El furgón en el que ayer se trasladó de la Comisaría a los calabozos de los juzgados al presunto autor del crimen.
La pareja de María Isabel dice que la mató para «salvarla de los problemas económicos»

La pareja de María Isabel dice que la mató para «salvarla de los problemas económicos»

La magistrada del Juzgado de Violencia sobre la Mujer lo envía a prisión, sin fianza, y le acusa de asesinato

Ana Salas

Miércoles, 11 de noviembre 2015, 01:05

Se negó a declarar en Comisaría pero ante la magistrada titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer, Mónica Casado Gobernado, Jorge P. V., de 51 años y natural de Barcelona, asumió la autoría de la muerte de María Isabel Márquez Uría, de 65 años. Era su pareja. La mató el jueves a las dos de la tarde golpeándole con unas mancuernas metálicas. Tras el asesinato, decidió que se suicidaría pero después lo pensó mejor y consideró que «lo más justo para su pareja era pagar» por lo que había hecho, relató en el juzgado. Está acusado de un delito de asesinato y ayer mismo ingresó en prisión.

Hasta que lo detuvo el pasado lunes la Policía Nacional en Gijón, cuando ya tenía intención de entregarse, acudió después de, presuntamente, cometer el crimen en varias ocasiones a la vivienda del número 7 de la céntrica calle General Zubillaga. Durante el fin de semana escribió cuatro notas, tres las dejó en el domicilio, y una en el buzón de una oficina del edificio en la que informaba de lo sucedido. Fue la que puso en alerta a los agentes. Las cartas que dejó en el piso las escribió para María Isabel Márquez Uría, aunque ya la había matado. A ella se dirigió declarándole su amor y mostrándose arrepentido por lo que había hecho, y explicándole que «el mal se apoderó de mí». Le pedía perdón, se lamentaba de sus problemas y le decía que iba a reunirse con ella. «Quiero que me perdones, quise protegerte. Te amo», le escribió. El domingo, el hombre durmió en el domicilio de la fallecida, con el cadáver tendido sobre la cama aún allí.

Ayer, Jorge P. V. ofreció «todo tipo de detalles» en el juzgado. Dio muerte a su pareja para «salvarla de todos los problemas y angustias» que padecía, declaró ante la jueza, según informaron fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA). Argumentó problemas económicos para justificar el asesinato, algo que podría explicar el que el domicilio tuviera la luz dada de baja. Ante la presencia de su abogada de oficio, Ana Arrojo, que evitó realizar ningún tipo de valoración sobre la postura mantenida por su defendido, relató que desde hacía «muchos años estaba diagnosticado psiquiátricamente de un trastorno de personalidad por el que habría estado ingresado en varias ocasiones».

Durante una hora y veinte minutos se prolongó una declaración que supuso que la magistrada dictara una orden de prisión provisional y sin fianza y lo acusara de haber cometido un delito de asesinato, ello sin descartar que a lo largo de la instrucción del caso pudiera modificarse esta calificación. Ordenó su ingreso en el centro penitenciario de Villabona a la espera de que concluya el proceso.

Desde un primer momento, los agentes que investigan el caso pensaron en que podría haber detrás del crimen un móvil económico. El hombre podría haberle pedido dinero a María Isabel Márquez Uría y esta haberse negado a entregárselo. A raíz de esto podría haberse enrarecido la relación entre la pareja. Quizá por este asunto discutieron el jueves antes de que Jorge P. V. golpeara a su pareja hasta matarla con unas mancuernas metálicas. Fue a mediodía, dijo ayer ante la juez, algo que concuerda con el resultado de la autopsia realizada al cadáver de la víctima. Lo que es más difícil de entender es por qué no avisó antes del crimen.

Traslado a Gijón

El viernes y el sábado durmió en un hotel del centro de la ciudad. El sábado y el domingo regresó a la casa, donde escribió las notas en las que le pedía perdón y le avisaba de su próximo reencuentro. Sin embargo, el acusado no llegó a quitarse la vida. El lunes por la mañana fue a Gijón, quizá contemplando esta posibilidad pero finalmente tomó rumbo a comisaría. Alrededor de las once de la mañana fue detenido.

Dos horas antes, en Oviedo, la Policía Nacional había descubierto el cuerpo de María Isabel Márquez Uría. La trabajadora de una oficina abrió el buzón cuando llegaba a su empleo y se encontró con la nota manuscrita que advertía de lo sucedido. Llamó a los agentes que pronto acudieron a la casa. No tuvieron que forzar la puerta para entrar. El hombre había dejado las llaves en el buzón de la oficina situada en la misma planta que la vivienda de su pareja. Allí se había trasladado a vivir hacía algún tiempo. Es un piso situado junto al Club de Tenis, del que ella había sido socia. Quizá fueron aquellos problemas económicos los que la animaron a darse de baja de la entidad y dejar de acudir, como hacía de forma habitual, al gimnasio por las tardes.

La mujer de 65 años se divorció de un psiquiatra y rehizo su vida con quien acabó quitándosela. Jorge P. V. es 14 años más joven que ella y, según los vecinos, tiene aspecto «normal». Natural de Barcelona, se había quedado en paro pero había logrado conseguir otro empleo. No quería marcharse de Asturias. La pareja no frecuentaba los bares de la calle y nadie dijo haber advertido nada raro, ni peleas ni malas caras entre ambos. Al contrario. La empleada del despacho de abogados a la que conoció como consecuencia de su separación, aseguraba que ella estaba «feliz» con Jorge P. V. y que tenían previsto hasta comprarse un piso juntos.

María Isabel Márquez Uría llevaba décadas viviendo en el mismo lugar, en esta céntrica calle situada en una de las zonas más nobles de la ciudad. Su hermana Cristina lo hace en una vía muy próxima, en el piso donde residía la madre de ambas ya fallecida. Su otra hermana, Carmen, es profesora del colegio San Ignacio. Este detalle hizo que ayer muchos se enteraran del suceso y se dieran cuenta de que también conocían a la víctima. Era madre de un hijo, de 32 años, que tiene su residencia en Londres.

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