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Martes, 10 de noviembre 2015, 12:49
La Magistrada titular de Juzgado de Violencia sobre la Mujer, de acuerdo con el Ministerio Fiscal, acaba de dictar una orden de prisión provisional y sin fianza para el hombre detenido ayer en Gijón por la muerte violenta de su pareja su domicilio de Oviedo. Según informa el Tribunal Superior de Justicia de Asturias, se le atribuye un delito de asesinato sin perjuicio de que, a lo largo de la instrucción, pudiera modificarse esta calificación.
El hombre, que será trasladado de inmediato al Centro Penitenciario de Villabona, prestó declaración durante aproximadamente una hora y veinte minutos, asumiendo desde el primer momento los hechos y dando todo tipo de detalles. Así concretó que mató a su pareja el pasado jueves a las 2 de la tarde de varios golpes con unas mancuernas y que en los días sucesivos visitó la vivienda en varias ocasiones.
En cuanto a la posible motivación para lo sucedido relató distintos problemas económicos que les acuciaban y señaló en su declaración que para él era la manera de «salvarla de todos los problemas y angustias». Además contó que durante los días que pasaron tras matar a la mujer, pensó en suicidarse en varias ocasiones, pero decidió finalmente que lo más justo para su pareja era pagar por ello.
Asimismo manifestó que desde hace muchos años estaba diagnosticado psiquiátricamente de un transtorno de personalidad por el que habría estado ingresado en varias ocasiones.
Los hechos
María Isabel Márquez Uría, la víctima, de 65 años, fue encontrada ayer muerta en su domicilio de la calle General Zubillaga. El presunto homcida la mató de tres golpes en la cabeza que le propinó con unas mancuernas metálicas.
Según explicaron los vecinos, muy sorprendidos ante el suceso, el presunto autor del crimen, de 51 años y natural de Barcelona, vivía también en la casa, un primer piso de la calle General Zubillaga. Confesó lo ocurrido por escrito. Una de las notas la dejó en el buzón de una oficina del citado inmueble en la que informaba de que había matado a su pareja y que para cuando se supiera, él ya se habría suicidado. Dejó también las llaves del domicilio.
Cuando la empleada encontró el manuscrito llamó a los agentes que, inmediatamente, se trasladaron al domicilio. Accedieron sin tener que forzar la puerta de la vivienda. En su interior encontraron el cadáver de María Isabel Márquez Uría tendido en la cama y las mancuernas con las que había sido asesinada en el suelo. Su presunto verdugo había dejado además otras tres notas escritas.
Poco después de que la Policía hallara el cadáver en la céntrica calle, su presunto asesino se entregó en Gijón. La Policía Nacional le detuvo al momento y ayer por la tarde lo trasladó a la ovetense comisaría de General Yagüe. Esta mañana ha pasado a disposición judicial acusado del asesinato de su pareja. Según informaron fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA), en los Juzgados de Oviedo no consta ninguna denuncia previa por violencia de género presentada por la víctima.
Toda la tarde estuvo la Policía Nacional en la vivienda recabando pruebas al tiempo que le practicaban la autopsia a la víctima para tratar de averiguar cuándo falleció. Los agentes tuvieron que pedir a un vecino enchufar un foco porque la vivienda no tenía luz. El pasado viernes y el sábado, Jorge P. V., al que le constan antecedentes policiales, no durmió en el domicilio, sino en un céntrico hotel de la ciudad. El domingo regresó al domicilio para escribir las notas en las que confesaba el crimen. Además, se le vio pasear por la calle Valentín Masip.
«Normal y agradable»
En la primera planta del número 7 de General Zubillaga, la mayoría de los pisos son oficinas. Los pocos vecinos que quisieron hablar con los medios de comunicación aseguraron que no habían escuchado nada fuera de lo habitual en los últimos días, ni golpes ni fuertes discusiones. Los consideraban una pareja «normal» y a él un hombre «agradable».
Angelina Fueyo trabaja en un despacho de abogados ubicado en la misma planta en la que residía la fallecida, a la que conoció a raíz de la separación de su marido, un psiquiatra con clínica en Gijón con el que tuvo un hijo, de 32 años, que vive en Londres. Las dos mujeres habían estrechado su relación al margen de lo laboral. Tomaban café de vez en cuando y María Isabel Márquez Uría le contaba qué tal marchaban las cosas. «Estaba feliz con este hombre», relataba ayer apesadumbrada sin salir aún del asombro. Planeaban, incluso, comprarse un piso juntos, porque el de General Zubillaga era solo de ella.
Pensaban cambiarse de domicilio, dejar la calle donde se ubica el Club de Tenis, del que había sido socia hasta hace a penas un año aproximadamente, momento en el que decidió darse de baja. Con su traslado también se alejaría de su hermana Cristina, residente en una calle aledaña, en la misma vivienda donde antes lo hizo la madre de ambas, ya fallecida. Siempre según la versión de algunos vecinos que las conocían, hacía tiempo que ambas hermanas no tenían buena relación. María Isabel Márquez Uría tiene otra hermana más, Carmen, profesora de Filosofía del colegio San Ignacio. La víctima estaba jubilada.
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