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1886 vio el primer baile de máscaras de la ciudad. :: E. C.
Cuando el Carnaval se fue  a los salones de baile

Cuando el Carnaval se fue a los salones de baile

Fermín Canella retrató en 'El libro de Oviedo' cómo los festejos vivían la misma transformación que la ciudad

IDOYA REY

Domingo, 15 de febrero 2015, 00:25

La ciudad permanecía aún concentrada intramuros, pero el antiguo arrabal que conducía a la Estación del Norte ya tenía forma de avenida. La ya nombrada como calle Uría comenzaba a ser el eje de un Oviedo que en menos de cincuenta años había duplicado su población. De los 20.000 habitantes que sumaba el concejo en 1840, había pasado a los 40.000 en ese año, 1886 , en el que el catedrático Fermín Canella Secades retrató lo que acontecía en 'El libro de Oviedo. Guía de la ciudad y su concejo'.

A finales del siglo XIX, la prosperidad minera e industrial y la mejora de las comunicaciones hacía que muchos ciudadanos dejaran la zona rural para emigrar a las ciudades. Vetusta se convertía en una ciudad boyante con una floreciente burguesía que arrebataba el mando hasta entonces reservado al clero y la nobleza. Con el cambio también los festejos se transformaban. Entre ellos, una de las celebraciones más populares que esta misma semana se repetirá en la ciudad y que por esos días algunos veían en peligro: el Carnaval.

«En esos tiempos el Carnaval vivía una plena transformación, al igual que la propia ciudad», explica Carlos del Cano, autor del libro 'Historia del comercio y de los comerciantes de Oviedo', que acaba de agotar en un mes su primera tirada, y que ya trabaja en una nueva publicación sobre 'La historia del ocio en Oviedo'. Las celebraciones callejeras que acostumbraban al bullicio con batallas de huevos, agua o harina se apagaban para dar paso a un carnaval de salón, con lujosos bailes y elegantes trajes, aunque algunas comparsas seguían visitando la ciudad durante los días de celebración.

«En Carnaval se dan animados bailes de convite y públicos, pero el carnaval con las máscaras y disfraces va decayendo. Han desaparecido afortunadamente la costumbre de los tiznes, bigotes, batallas de huevos, agua del arroyo y otros espectáculos impropios de un pueblo culto», describe Canella en su publicación. El entierro de la sardina, «incomprensible en una época que comienza la privación de carne», también desaparecía en esos días. Hasta esa fecha, según ha rastreado Carlos del Cano en su labor de documentación, desfilaban por las calles carrozas con lindos trajes y con orquestas que entonaban armoniosas sonatas.

Sin embargo un 21 de febrero de 1886, mismo día en que este año la ciudad celebrará la fiesta, los jóvenes dependientes del comercio ovetense organizaron un baile en la Casa de Comedias de El Fontán. Sería el primero de muchos otros.

Los disfraces «caprichosos y elegantes», las bromas «escasas e inocentes», hicieron que fuera todo un éxito. A la semana siguiente se repitió el baile de máscaras y en marzo se trasladaron al Circo de Santa Susana con gran éxito entre los asistentes. La prensa de la época agradecía el esfuerzo de los jóvenes comerciantes porque los carnavales no perdieran su animación, aunque la sociedad más conservadora no veía con buenos ojos las celebraciones paganas que ese año en que cambiaron discurrieron sin incidente alguno. Fue el tiempo en que «el carnaval de salón cautivó a los ovetenses».

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