MARÍA LASTRA
Lunes, 19 de mayo 2014, 11:33
El sol calentaba e invitaba a salir a la calle. Las altas temperaturas casi obligaban a beber algo para el calor, y unos 'culines' de sidra fueron la opción elegida por muchos. Gascona se llenó de gente, que con pañuelo verde al cuello y vaso en la mano probó las mejores sidras de Asturias. Un total de 15 lagareros, proveedores de la conocida calle, acudieron a la lllamada de la asociación hostelera Gascona, el Bulevar de la Sidra para presentar su primer caldo del año. Era hora de probar y elegir el mejor. Cerca de 3.000 personas se dieron cita ayer en la décimo quinta Preba para dar su veredicto, y sobre todo «pasar un buen rato».
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Desde el mediodía, la calle era una marea de gente. En cada puesto había que esperar varios minutos antes de poder beber y aunque no hubo quejas del público. Hosteleros y lagareros, sin embargo, no estaban tan contentos. La gran afluencia de gente, sin duda, «es un éxito», pero la incomodidad también es evidente. Francisco Colunga, presidente de la Asociación de Sidrerías de la calle Gascona, aseguró en la presentación de La Preba que «la calle se queda pequeña para este evento». Las cifras le dan la razón, y desde el Ayuntamiento son conscientes. José Ramón Pando, concejal de Turismo, reconoció que «el sitio se queda escaso», y por ello desde el Consistorio buscarán alternativas para «ganar más espacio». Hay que estudiar las opciones, pero el cambio se cree «necesario». Con él, ganarían en comodidad, y especialmente en seguridad, una de las mayores preocupaciones de los organizadores.
Pese a intuir el peligro, todos coincidían en algo, «la calle está llena» y «esto es un triunfo». Esta edición, el objetivo era convertir la cita en un atractivo turístico, algo en lo que «cada vez es más evidente», señaló Pando. Para conseguirlo, por primera vez se estableció un acuerdo de colaboración con hoteles ovetenses, lanzando una oferta conjunta de asistencia al evento y estancia desde cincuenta cinco euros. Además, se hicieron más de doscientas inserciones de publicitarias en radio y televisión por todo el norte de España. Miguel Martínez fue uno que acudieron al reclamó y vino con su novia desde León. «Esta es la primera vez que nos acercamos hasta esta fiesta, y nos ha encantado. Las sidras están muy ricas, y el ambiente es inmejorable». Repetirán, anunciaron.
En la calle, las gaitas y grupos de bailes animaban aún más el ambiente, que aprovechó el colectivo La Madreña para acercar su proyecto a la gente y movilizarse ante el requerimiento del juez de abandonar el edificio de General Elorza. Mientras, algunos llenaban el estómago con bocadillos de calamares para evitar que la sidra «pegue», comentaban entre risas. Habían probado ya todas, y sus votos decidieron que Trabanco ganase el premio del jurado popular. El triunfo fue doble, ya que los expertos también eligieron su caldo como el más sabroso, repitiendo el éxito del año pasado. El galardón 'Una vida a la sidra' recayó en manos del Servicio de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (SERIDA), que recogió su gerente, Koldo Osoro.
Por su parte, la consejera de Agroganadería, María Jesús Álvarez, destacó que detrás de la sidra existe toda una producción ligada a la manzana en el Principado, y animó a los productores a «seguir creciendo y adecuando las formas tradicionales de elaboración con la innovación para que esta sea cada vez de más calidad». Los presentes, como Rosa Prado, mantenían que «están buenísimas». Ella y sus amigas no se pierden la Preba ni un año. «Es una fiesta y una oportunidad para pasarlo bien, tomando buena sidra a buen precio». Probar un 'culin' de los 15 llagares tan solo costaba tres euros, vaso incluido.
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La Preba «ha sido un éxito», algo que ya se intuyó desde primera hora con el pregón del presentador Joaquín Pajarón, que inundó Gascona de carcajadas. La II Guerra Mundial o el descubrimiento de América, aseguró, tienen mucho que ver con esta tradición asturiana. El conflicto bélico empezó por una discusión sobre quien pagaba la caja de sidra y que el nuevo continente se halló gracias a que Colón cambió de dirección en la glorieta de entrada a Oviedo para evitar a la Policía tras pasar por Gascona. Convencido, dijo, de que «la historia de la humanidad pasa por la sidra».
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