Borrar
«Los broches son nuestra seña»

«Los broches son nuestra seña»

«De niña no me perdía un fin de semana. Siempre venía con mi madre a la plaza»

María Lastra

Lunes, 19 de mayo 2014, 12:15

Olaya Vega Infante acude tres días a la semana al Fontán para vender complementos, en su mayor parte, y algunas manualidades. Lo hace junto a su madre, Manuela Infante, persona que le enseñó y le inculcó la pasión por la vida en el mercado. Manuela llegó con una mesa plegable y una silla a la plaza cuando tenía menos de 18 años. Lo hizo cargada de novelas y revistas, y con la intención de ganarse unas pesetas, pero pronto se dio cuenta de que podía convertirse en un trabajo. Hace ya más de 35 años que decidió comprar un puesto, en el que hoy ella y su hija siguen intentando ganarse la vida, «después de muchos cambios».

Los encurtidos, caramelos y frutos secos fueron su primera opción. Olaya Vega cuenta que «el negocio funcionaba muy bien, y se vendía mucho». Así fue hasta que, en el año 2005, el Ayuntamiento prohibió la venta de productos de alimentación en la calle. Entonces, «la clientela fija se perdió», y tocó volver a empezar de cero.

Decidieron que la artesanía con motivos asturianos para los turistas podía ser una buena opción, pero «no salió como nos hubiera gustado». Había que pensar en otro plan. Lo intentaron con ropa de bebé hecha a mano, pero las ventas tampoco iban bien. Decidieron cambiar la mercancía de nuevo. Apostaron por los complementos, y el negocio funcionó. El cambio se hizo cuando la crisis ya empezaba a asomar. Ellas, como el resto, lo notan. «Se vende, pero ya no como antes. La gente se lo piensa dos veces».

En su puesto Olaya Vega pone a la venta fulares, sombreros, bisutería o bolsos. En invierno, mientras, se decanta por los guantes o las bufandas. Aunque hay algo que nunca falta. Su madre, aficionada a las manualidades, realiza broches que luego venden al público. «Decidimos venderlos cuando se empezó a dar el boom de los broches». Los primeros que hicieron fueron de fieltro. «Primero hacía muñecas muy sencillas, y luego cada vez cosas más difíciles». El siguiente paso fueron los broches de madera, pintados a mano. «Tarda al menos 4 horas en hacer cada uno, y luego los barniza para que queden como cerámica». Madre e hija tienen claro que son su «seña de identidad». Los primeros cuestan 3 euros, y los segundos 10. Sin embargo, no es lo que más se vende. «La gente tira a comprar lo más barato, si puede gastarse 2 euros, no se gasta 12». Este es uno de los motivos por los que Olaya también ha decidido empezar a hacer cosas. «Hago pulseras, que vendemos muy baratas, o cordones para los colgantes».

Olaya Vega recuerda como cuando era niña, aunque estudiase o trabajase en otra cosa, «los fines de semana venía siempre con mi madre al Fontán». El puesto es un trabajo, pero al que acuden con gusto. El deseo de ambas es «poder continuar en él durante muchos años».

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcomercio «Los broches son nuestra seña»