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La zarobitchanka que no quería llorar

Difícil papeleta para Zelensky, que tiene que decidir hasta dónde aguantar y qué dar a la fuerza imperante en una geografía determinante

Viernes, 1 de abril 2022, 02:06

Olena Kosenko es emigrante y patriota ucraniana. Hace veinte años llegó a Asturias. Dejaba atrás un paisaje muy parecido, en Chernivtsí, región de los Cárpatos fronteriza con Rumania. También dos hijos de tres años al cuidado de los abuelos. Acabada de divorciarse y llegó a ... Asturias por casualidad. Hubiera querido estar más cerca de ellos, pero una amiga de la universidad estaba aquí y la convenció de la calidez humana de España. No se arrepiente, aunque en los primeros años no lo pasó bien. Pero allí era peor. Su periplo lo cuenta en un libro que va a publicar en español con el título de 'Sloti, dólar, euro. Historia de una zarobitchanka que no quería llorar'. La palabra ucraniana nombra a las mujeres que salen a trabajar solas afuera. Allí su sueldo de profesora de niños no daba para nada y lo comía la hiperinflación -«Si un vestido a la mañana costaba 100 rublos, a la tarde 200, y al día siguiente 400. De cobrar 150 rublos pasé a tres millones. Te los daban en paquetes y pagabas con ellos, no los deshacías»-. Como muchos ucranianos se sentía de segunda categoría, el estado era soviético y estaba colonizado por rusos, que veían a los ucranianos como seres que hablaban un dialecto de incultos. No había respeto. Ni para muchos pasaporte. Aquí, aún sin papeles, lo encontró en una pareja de policías, chicos amables que la ayudaron cuando fue maltratada por un «faltusu». -«Estaba dispuesta a adaptarme a cualquier precio, apretar los dientes y luchar por mis hijos y por mí»-. Pero la ayuda y la cortesía de aquellos policías le hizo ver que no estaba sola.

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