Platón recurre al ropaje del mito para ilustrar la atracción humana por la oscuridad; hechos a ella ¿para qué arriesgar? Viendo Europa, el futuro parece apuntar al ayer. No hace mucho salimos de una larga y oscura noche, a la que alguno quiere volver a ... base de blindar fronteras, alzar muros, derribar puentes, resucitar a Mussolini y cantar la soñada vuelta al 36 repitiendo convocatoria de una lección nunca aprendida. Lo desea quien insiste en ignorar la historia pues, al parecer, reabre heridas que ellos curan echando sal; gente que se dice harta de descamisados, desempolva la camisa negra o viste la nueva para cantar cara al sol de velas cavernarias.

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¿Puede defender la democracia quien ignora su esencia?, ¿puede hablar de raíz cristiana quien expulsa al extranjero?, ¿puede sentir orgullo del derecho quien liquida derechos?, ¿qué Europa propone quien la niega? Quizá creen otra basada en el principio de que toda idea merece respeto, ignorando que solo las personas lo merecen y que ciertas posiciones no pasan el filtro de la dignidad humana. De tanto mirar un pasado mitificado, el simplificado presente y un mañana sin mañana, olvidan que quien ignora de dónde viene acaba por confundir el camino de ida con el de vuelta y la lucerna cavernaria con el sol que más calienta... Aunque no ilumine.

Meloni, Le Pen, Abascal, Orban y sus ideas sombrías, estilo tabernario y sueños oscuros, confirman la normalización de lo que parecía imposible. Con qué facilidad han obtenido el aura salvífica ciertos salvapatrias llegados de muy cerca y de un tiempo próximo para gritar que el futuro era el ayer, que no hacía falta renunciar a la esclavitud egipcia para encontrar la Tierra Prometida, que en el infierno no se está tan mal gracias a una memoria flácida, selecta y, sobre todo, selectiva.

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