En días como estos, me encantaría ser banal, ligero y lírico. Escribir sobre las manzanas futuras, que hoy amanecen flores, en vez de volver sobre el pecado de morderlas burlando las prohibiciones. Glosar la sidra nueva y no las lágrimas que se tragan las madres ... de los soldados caídos. El uróboro, esa serpiente mítica que se muerde la cola, representa el ciclo natural de las cosas, el esfuerzo inútil de un ser que se lastima a sí mismo, alimentándose de su propio cuerpo. Es la contradicción lo que hace posible la vida. El encuentro a veces violento de los polos opuestos. Ese eterno retorno, que permite que nos traguemos nuestras palabras o las midamos con el celo de un viejo sastre. Financiamos al enemigo mientras regalamos armas al amigo. Ese es el engranaje diabólico, como la 'dama de hierro', que en tiempos de la inquisición martirizaba a los herejes con un abrazo de cuchillos. El amor combate al miedo y el miedo ahuyenta al amor, en una cadena sin fin que replica seres empoderados pero solitarios, que duermen abrazados a sus almohadas mientras sus sueños se escapan por las rendijas.
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Aunque estemos juntos y de la mano, no estamos viendo la misma puesta de sol. Ambos pensamos en otra persona que no somos ni tu ni yo. Tú piensas en alguien con el que me identificas y yo en otra con tu misma cara, con manos iguales a las tuyas y la curva perfecta de tu sonrisa, capaz de abrir las puertas del paraíso o de cerrártelas para siempre. Cuando la ignorancia era simplemente el desconocimiento que avergüenza y no el motivo de orgullo que es hoy, todavía existía alguna esperanza de no devenir mandriles con ínfulas, divididos entre víctimas de la sociedad y del propio género, o bienhechores salvadores, en un mundo hostil. En la Siracusa clásica existía un procedimiento de democracia directa llamado 'petalismo', que proponía el destierro de las personas que usaban su poder para someter a la comunidad con sus turbios manejos. Escribían sus nombres en una hoja de olivo y cuando la mayoría señalaba a un individuo éste debía abandonar la ciudad durante cinco años. Entre los mapuches de Chile existe la 'funa', un repudio público destinado a un determinado personaje del clan. La palabra, en lengua indígena, significa: 'algo podrido que se echa a perder', lo que por aquí llamaríamos 'corrupto'. Crueldad y maldad vienen con los cromosomas. Con las mejores intenciones se destruyen ciudades enteras o se esquilma el tesoro público, para ofrecer luego una pensión a los huérfanos o el prestigio de ser miserable a los súbditos. Cada vez nos acercamos más al mono y nos alejamos del hombre.
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