Vivir de na
En este país no solo se tolera sino que se ensalza a ese bien surtido grupo que vive de na. Y para conocerlos ya no basta acudir a las revistas de portadas de colores
El desaparecido Carlos Cano había compuesto una canción dedicada a los hombres de su tierra que habían tenido que emigrar. La tituló 'El Salustiano'. Obligarse ... a salir de la Andalucía profunda para ir a parar a la Alemania orgullosa y renacida tenía que ser, como para todos los emigrantes de profesión el campo, el mayor de los contrastes. Pero el Salustiano, de tanto apencar los huesos no solo aprendió cosas de Alemania, aunque él apenas llegó a entender lo que aquellas gentes chamullaban, sino que llegó a comprender lo que significaban en su tierra los señoritos, y que ni el cortijo ni el caballo enjaezado les habían tocado en una tómbola. «Lo roban, lo roban», decía la canción, y que cada uno juzgue. Pero en lo que insistía en la letra una y otra vez Carlos Cano es que esos tipos «viven de na».
Aparte de los señoritos tradicionales que explotan a sus santos inocentes, en este país no solo se tolera sino que se ensalza a ese bien surtido grupo que vive de na. Y para conocerlos ya no basta acudir a las revistas de portadas de colores y contenidos idiotizantes, sino que nos los meten hasta en la sopa. No es que yo quiera excluirme de esa curiosidad malsana y no preste alguna atención a lo que más aborrezco. Cuando aprieto el botón del mando sobre la sarta de canales, dedico algún minuto para saber los últimos hallazgos de Jorge Javier, o si Belén Esteban se decide a fundar un partido. Después de todo, los debates de esta gente vacua no difieren gran cosa de algunos políticos que desgobiernan.
Así que estoy enterado de quién es Tamara Falcó, porque en este país la fama se hereda de padres a hijos, sin que los unos hagan gran cosa para tenerla y los hijos para merecerla. La última hazaña de esta señorita llamada Tamara, para salir en las televisiones las radios y la prensa, es que le pusieron los cuernos. Pues oigan, en mis tiempos por lo menos eso era bastante frecuente; que si andabas detrás de una de Cimadevilla y ella te plantaba por uno del Natahoyo tenías que lamerte las heridas y joderte, rumiando en tus soledades. Pero esta gente no: de sus cornamentas sacan partido y subsistencia holgada, viviendo de na. Vendrán otros ligues de Tamara Falcó, Rociíto, Paquirrín y los discursos sabios de Belén Esteban. No habrá impuestos especiales, como los que van a imponer a los ricos para aquellos que viven de ná. Los empresarios pueden huir para otros países, pero los que viven de ná resultan imprescindibles. Aún quedan huecos para chupar más idiotez.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.