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Vidas paralelas

Kane y Corleone representan el poder por el poder. Ambos son solitarios y buscan una tabla a la que agarrarse. Uno en Xanadú y el otro en Sicilia

Jueves, 30 de diciembre 2021, 01:37

La lluvia visible y el dióxido y los virus que no se ven aconsejan quedarse en casa al calor de la lumbre. Ciertamente, en esta apartada orilla donde ahora me encuentro puedo ver las llamas detrás de un cristal: el fuego, que tanto bien y ... tanto mal puede hacer. Algunos libros que leo y releo, y películas que vuelvo a ver decenas de veces. Nunca me canso de esa fascinación que produce 'Ciudadano Kane', que dentro de sus planos encierra toda la belleza y toda la amargura que pueda imaginar un ser humano despierto. Quizá para ese grupo teatral llamado Mercury ya estaba casi todo inventado por otros genios, empezando por Shakespeare, al que Orson Welles adoró en el teatro y trasladó más tarde al cine. Quizá las formas de hacer cine que se dicen iniciadas por Welles ya las hubiera puesto en práctica antes Renoir, pero de aquella pandilla de jóvenes, el mayor de 35 años, surgió un milagro creativo que tal vez no vuelva a repetirse. El guion de Herman Mankiewicz, retocado por John Houseman, que con él Orson Welles hizo lo mejor que había aprendido en la radio y el teatro. Pero ¿qué podría hacerse con estos saltos en el tiempo y un plantel de jóvenes, sin contar con unos maquilladores portentosos? ¿Quién podría montar una película mejor que Robert Wise, que también ha dejado obras maestras como director? Y por encima de todos, defendiendo en principio la idea y la palabra, Herman Mankiewicz, que puso en Kane las maldades de Hearst y Pulitzer, los dueños de la prensa. «Usted prepare la guerra, que yo le arreglaré los motivos». Frase que se atribuye a Hearst dicha al presidente Mckinley. Y con esta frase se perdió Cuba.

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