Secciones
Servicios
Destacamos
El final del año se acerca como si fuera el último capítulo de un libro, nuestro libro, leído a lo largo de estos doce meses. Día tras día, hemos añadido una página a nuestra historia, escrita con experiencias, desafíos y tiempos tanto de felicidad como ... de sufrimiento. Al cerrarlo, igual que ocurre con un buen libro, llegamos a su término con una mezcla de sensaciones de diferente tipo, pero, sobre todo, de nostalgia y esperanza.
Nostalgia por lo vivido, por lo que hemos dejado atrás, por lo que se va y ya no regresará nunca; por lo perdido.
Esperanza por lo que está por venir, por los sueños que aún no se han hecho realidad y por la vida que todavía nos queda por delante.
La balanza, es decir, el libro que cerramos y abrimos, no será igual para todos, nunca lo es, como tampoco lo es la vida. Como no lo ha sido el año que pronto nos abandonará ni lo será el que llegue. ¿Qué tipo de historia somos? ¿Y cuál seremos? Y aún más importante: ¿qué tipo de libro anhelamos ser? Complicada pregunta de difícil respuesta. ¿Una novela de amor? ¿Tal vez una policíaca y llena de suspense? ¿Quizá una epopeya con grandes héroes en un viaje sin retorno? ¿A lo mejor una biografía? ¿Un ensayo? Posiblemente, seamos una mezcla de todos estos géneros y alguno más; o acaso ninguno nos represente de verdad. Quién sabe, pero no hay que olvidar que cada página de nuestro año es un recuerdo y una lección vivida; un reflejo de nuestra memoria, sin dejar de lado que somos una novela en constante evolución. Escribimos, exploramos nuevas tramas, descubrimos inesperados personajes y buscamos la manera de hacer las cosas de otra forma para afrontar mejor (e incluso eliminar por completo) esas narrativas no deseadas que han influido o marcado nuestras vidas. Y aunque el futuro sea incierto -lo es. Lo será. No podemos impedirlo-, seguimos escribiendo.
La vida, como la literatura, nos sorprende, y ya cercano el día en el que se acaba el año, también cabría recordar que, a lo mejor, si lo pensamos bien, el final de algo podría ser, en realidad, el momento perfecto para filtrar y descubrir el verdadero hilo conductor que une todos nuestros recuerdos, experiencias y deseos más profundos. El hilo que da y dará sentido a nuestro yo.
Dickens tenía una perspectiva realmente interesante sobre el año nuevo. Decía que nunca había que considerarlo como un final, sino como un comienzo de lo que no se ha logrado concluir. Es una idea interesante que comparto, aunque a veces puede resultar difícil confiar en esa visión, sobre todo si nuestra balanza se ha inclinado con demasiada frecuencia hacia eventos que preferiríamos olvidar.
Sin embargo, como protagonistas de nuestra propia historia, este año ha sido un capítulo único en el libro de nuestras vidas. Único porque no se repetirá. No al menos de igual forma. Único porque el mundo que nos rodea tampoco será el mismo. Ni las personas. Así, con el nuevo año, nos enfrentamos a una página en blanco que representa el futuro. Nuestro futuro. Y seremos escritores de nuestra propia narrativa, de nuestra historia, sin olvidar que siempre podemos encontrar algo hermoso, algo que de verdad valga la pena, algo por lo que luchar, tal vez sonreír, en lo que termina. Incluso en un año malo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Nuestra selección
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.