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Percibo una tendencia en el mundo laboral, en alza en los últimos tiempos, que me preocupa. Se trata de la depreciación del buen hacer y su sustitución por un acervo simple, pobre y a bajo coste para obtener mayores márgenes de beneficio y reducir gastos. ... Algo que es perceptible en cualquier ámbito empresarial y en cualquier sector; desde las más grandes corporaciones hasta las más pequeñas compañías. Algo que 'a priori' se vende como beneficioso para cualquier empresa, pero que, a mi juicio, traerá a la larga una degradación del activo más preciado de cualquier organización: el talento humano.
Talento (DRAE):
1. m. Inteligencia (capacidad de entender).
2. m. Aptitud (capacidad para el desempeño de algo).
3. m. Persona inteligente o apta para determinada ocupación.
Eficiencia y productividad se miden únicamente en términos monetarios y se desdeña el valor intrínseco del talento, así como la inteligencia, la aptitud y las personas capaces de hacer no sólo bien, sino de forma excelente, su trabajo. Ya no sirven. Son muy caras. Cuestan demasiado.
Excelencia (DRAE):
1. f. Superior calidad o bondad que hace digno de singular aprecio y estimación algo.
Adiós al talento y la excelencia; al singular aprecio y la estimación. ¿Qué nos queda entonces? Beneficios, pero sólo económicos. Los otros bienes que se pueden obtener no se tienen en cuenta. Hablo de prestigio, notoriedad, reputación, premios, respeto, etc. Eso no entra en el cálculo. Solo el dinero lo hace; si bien el dinero sin renombre y mano de obra cualificada, sin ingenio e inteligencia, se volatilizará. Día a día lo hará. La insistencia en reducir gastos a toda costa, caiga quien caiga, sin mirar por ese talento humano que uno ya posee, hará que vuele. La contratación de trabajadores no idóneos, pero dispuestos a aceptar incluso trabajar de manera gratuita, bajo la promesa de ganar experiencia y visibilidad, no es viable a medio y/o largo plazo. No, al menos si se quiere mantener un mínimo nivel de calidad, eficiencia y robustez. La sustitución del talento por saldos no sólo afecta a los trabajadores directamente implicados, sino que tiene derivaciones en el resto del tejido empresarial y, por supuesto, social.
Creo que esta actitud responde a un fundamento cortoplacista, que no considera las repercusiones, nada prácticas ni buenas, que trae consigo priorizar el ahorro a expensas del talento y la dedicación. ¿Qué repercusiones? Falta de formación, desmotivación inherente a salarios bajos, merma de calidad y un aumento de la insuficiencia, lo que genera un círculo vicioso de pequeñez que, con el paso del tiempo y la caída incesante de los calendarios, erosionará la reputación y la viabilidad de las compañías, sean estas de la naturaleza que sean.
Reputación (DRAE):
1. f. Opinión o consideración en que se tiene a alguien o algo.
2. f. Prestigio o estima en que son tenidos alguien o algo.
El verdadero valor de una empresa u organización no reside únicamente en sus balances financieros, también lo hace en la excelencia y dignidad de sus recursos humanos. Son las personas que hay detrás de cada trabajo las que impulsan, fomentan y garantizan la sostenibilidad a largo plazo. Cuando se arrincona su contribución y se les trata como desnudos recursos intercambiables y superfluos, se limita el potencial de crecimiento y desarrollo tanto a nivel empresarial como social.
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