Nostalgia es una palabra bonita. Añoranza que se ha convertido, cómo no en este mundo nuestro, en negocio. Lo llamativo, sin embargo, no es que se cree nostalgia con la utilización de moldes de tiempos pasados, sino que se consumen esos mismos tiempos.
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El poder ... económico que este sentimiento desata ha convertido los recuerdos (incluso los de épocas que uno jamás pudo haber vivido) no sólo en una estrategia de marketing –muy efectiva, además–, sino en una segura máquina de generar riqueza. Las plataformas de 'streaming', por ejemplo, han repuesto y con ello revivido series icónicas de décadas pasadas, lo que, para sorpresa de muchos, ha atraído tanto a aquellos que en su día ya las disfrutaron como a un público nuevo, joven, que ve en ellas modelos y patrones que no sólo les resultan curiosos; en algunos casos, imitables. Esto, esencialmente, no es un problema salvo si lo que se copia son algunos roles viriles de los 90 o los esquemas de floreros femeninos de la misma época. Si bien no seré yo quien se ponga a hacer un drama sobre este asunto, porque de dramas y dramáticos ya tenemos el mundo lleno.
Además, si somos sinceros, yo me acuerdo perfectamente de aquellas telenovelas sudamericanas, también de los 90, en las que, por ser amable, diré que ellos eran muy ellos y ellas, casi siempre, pobres pajaritos desvalidos. Salvo la mala, porque siempre había una mala (malísima), que era peor que Angela Channing.
¿Se acuerdan de Angela Channing? Seguro que sí. Un personaje –de ficción, que tiene choteo el asunto– que sigue ostentando el calificativo de la villana más malvada de la televisión.
Este fenómeno no se limita, no crean, a la televisión. La música de los años 80 y 90 vuelve a sonar con algarabía y mucho laurel en las listas de éxitos. En las listas y los recreos de un instituto que está cerca de mi casa. No saben ustedes lo divertido que me parece cuando algunas mañanas Mónica Naranjo, Extremoduro, Duncan Dhu o Rosendo se asoman por mi ventana.
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Esta vuelta al pasado, no obstante, no es casualidad. Es por culpa del mundo. Del estado del mundo, quiero decir. Ocurre como con la barra de labios de color rojo. Dicen que en épocas de crisis e incertidumbre las ventas y el uso de este tipo de pintalabios se disparan; lo mismo sucede con algunas cosas del ayer. En tiempos volátiles, la nostalgia promete un billete a un pasado que, si bien no fue perfecto, se percibe como más sencillo y feliz.
Jeans de talle alto, chaquetas 'bomber', chándal de felpa y estampados florales típicos de los 70. Nostalgia como producto que poetiza el pasado y hace que olvidemos los problemas actuales.
Ya les he comentado antes que no iba a dramatizar sobre este asunto. Es verdad que pienso que esto puede llevarnos a una cultura estancada que no refleja la complejidad de la sociedad actual, pero también puede ser, bien usado, una herramienta eficaz para la conexión intergeneracional que nos permita compartir y disfrutar (a todos), y crear de este modo un puente entre diferentes épocas.
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