La mentira como norma en política y en la vida. Este era el segundo título que barajaba para el artículo. La mentira convertida en argumento de uso cotidiano; habitual para cualquiera y en cualquier ámbito. Mentiras que van y vienen sin sonrojo y sin control. ... Mentiras que aceptamos y compartimos o, al menos, toleramos porque son frecuente moneda de cambio en el tratar diario.

Publicidad

Mentiras ha habido siempre, todos mentimos alguna vez, y existen muchos tipos. En función de la disciplina, y a su vez de la teoría que las estudie y catalogue, podemos encontrar piadosas, blancas, por error y omisión, por exageración, la mentira honesta, el plagio, la patológica, etc. También están las llamadas promesas rotas que son, en el fondo, muy literarias. A mí así me lo parecen. Son simplemente, como su nombre indica, promesas que se rompen, que no se cumplen, además de ser la trama principal de miles de textos de toda clase y condición: pastorales, épicos, negros, satíricos, poéticos…

Tenemos también la mentira instrumental y los rumores. Estas dos tipologías son tal vez de las más dañinas y, a mi juicio, las que más se emplean en los tiempos actuales. Mentiras y mentirosos a los que creemos.

Creer. Quizá no sea el verbo adecuado, pero cuál se puede utilizar entonces. Las promesas vacías, las declaraciones engañosas y la manipulación deberían hacernos arrugar la nariz, torcer el gesto y desdeñar a quien las dice, pero no lo hacemos. No de forma general. A lo mejor torcemos el gesto, pero luego amorramos. Así, las mentiras se repiten. Se repiten. Se repiten. Así, se transforman, al final, en verdad. En algo que pudo ocurrir, que pudo ser; en algo que puede ser, que es. La conversión, en el fondo, es sencilla; si bien, nunca tuvo el embuste tanta ayuda y tanto recorrido como en el presente.

Publicidad

Normalización. Conversión. Aceptación.

La Tierra es plana. El Sol gira en tono a la Tierra. Las vacunas insertan un chip en el cuerpo. La Luna es falsa (esta es una de mis favoritas porque cada vez tiene más adeptos). La Tierra es hueca.

Estas falsedades son las más llamativas y sirven, además, como germen de las más famosas teorías conspiracionistas del planeta, pero en el día a día hay muchas otras mentiras más pequeñas que son igual de perjudiciales para el individuo y su conexión social. Mentiras lanzadas desde mítines, púlpitos, programas, RRSS, barras del bar o simples 'colegas' con los que te cruzas de vez en cuando. Mentiras sobre política, economía, otras personas –sean conocidas o no—, lugares y hasta sentimientos.

Publicidad

En estos días de elecciones continuas, campañas eternas y conflictos infinitos; días en los que se pregunta sin rubor si uno está a favor o en contra de cosas como películas, canciones e incluso simples almas; días en los que las frases, muchas veces falsas, de filósofos, sociólogos y pensadores sirven para esconder la ignorancia —hay una muy famosa atribuida a Mark Twain que puede ser un ejemplo. Dice: «es más fácil engañar a la gente que convencerla de que ha sido engañada», pero no es de Mark Twain. Es falsa— y se emplean palabras rimbombantes para parecer más docto, párense un segundo, sólo un segundo, a escuchar. Pero a escuchar de verdad. Escuchen y lean con la mente lo más limpia y abierta que puedan y descubrirán, oh, sí, que la mentira se ha instalado con comodidad en nuestras vidas. Mentiras que todo lo engullen. Mentiras que dejan de ser tales para confundirse con lo que algunos entienden, a estas alturas, que es la realidad. Única y posible realidad.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3 meses por solo 1€/mes

Publicidad