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Lo de los comisionistas en este país empieza a ser agotador. Ahora, por si lo del Luis Medina, marqués de Villalba, y su amigo, el tal Alberto Luceño, se queda en agua de borrajas, tenemos a los del fútbol. Gerard Piqué, con su empresa Kosmos, ... y Luis Rubiales, de la Real Federación Española de Fútbol.
No obstante, hay que tener muy presente que en el caso del fútbol, la cosa -sea legal o no y honesta o no- acabará olvidándose. ¡Puf! Aire. Nada. De repente un día se dejará de hablar de ello y santas pascuas. Y esto no es un decir, no crean, es una extraña realidad que afecta particularmente al llamado deporte rey, con el que solemos tener memoria de pez y un corazón indulgente que ni los más entregados samaritanos. Por ejemplo: que estamos todos en pandemia con mil documentos para poder ir a ver a nuestros familiares en Navidad y un grupo de futbolistas montan una fiesta saltándose todas las medidas de seguridad... No pasa nada. Un cachete en el culo y listo. Lo cual no deja de ser irónico cuando hasta al primer ministro británico le han multado por cosa similar.
Que un jugador como Messi defrauda a Hacienda, tiene que ir a declarar y le condenan, pues nosotros vamos a aplaudirle y a pedirle autógrafos. Y luego, enseguida, por supuesto, le perdonamos y olvidamos lo que ha hecho. Como si nunca hubiera ocurrido. Pero esto mismo, igualito, lo hace un cantante, actor o un escritor, y también vamos a los juzgados a verlo, pero para llamarle ladrón y otros epítetos no reproducibles en estas líneas. Y, por supuesto, luego, ni perdonamos ni olvidamos. Le va a costar encontrar trabajo.
Que varios futbolistas pegan a otro porque han perdido el partido, igual lo olvidamos. Le damos importancia durante unos días y después les perdonamos. A Will Smith, no; y a otros que hicieron cosas parecidas, pero con otras profesiones, tampoco. En el fútbol, en cambio, sí. Ahí lo perdonamos todo y, lo más grave en realidad, lo justificamos. Que si este dijo; que si aquel hizo; que si me provocó... Ahora lean lo siguiente: que si llevaba minifalda; que si era un calienta... Qué mal y qué feo, ¿verdad? Pero como es fútbol.
Que un futbolista como Benzema es condenado por el llamado 'Caso Valbuena', es decir, por chantaje con un vídeo sexual a un compañero, no pasa nada. Mete goles, ¿no? Juega muy bien, ¿no es cierto? Pues entonces olvidamos, aplaudimos y le hacemos la ola. La pena de cárcel no la tiene que cumplir porque es de solo un año, y la multa de 75.000 euros es calderilla para alguien como él.
Calderilla. Los dineros. Ahí está el gran problema de este deporte. Ahora con lo de Piqué y Rubi -que yo soy él y no dejo que me pongan ese diminutivo así se acabe el mundo-, y Arabia Saudí, tenemos un nuevo ejemplo. Además, es que esta gente habla de millones como los demás de garbanzos o lentejas. Pon cien gramos; pon cien millones. Un puñado por persona; un millón por persona. Pero da igual. Es que da igual. Sea legal, como afirman los implicados, o no lo sea, como dicen otros, da lo mismo. Lo olvidaremos y acto seguido aplaudiremos a esos mismos jugadores, entrenadores y directivos que han convertido el fútbol en una cloaca. Compraremos sus entradas y sus camisetas, sus tazas, bolígrafos y lo que haga falta. Todo por esos grandes hombres que hacen tanto por este país nuestro y por nuestro bienestar.
Miren, de verdad se lo digo, a mí antes me gustaba el fútbol. Ahora, cuando veo esto que nos empeñamos en llamar 'deportes', pero que solo es fútbol masculino, salvo contadas excepciones, siento asco. Solo veo gente cada vez más ignorante a la que se le perdona todo y a la que se le paga millonadas por un trabajo que no lo merece. Quizá viviríamos todos mucho mejor si esas comisiones se las diéramos a otros gremios que ayudaran, de verdad, a crear un mundo mejor.
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