Cada vez que la nueva administración Trump toma una decisión, me quedo muda. No por sorpresa —hace tiempo que dejó de sorprenderme—, sino por la sensación de estar atrapada en una distopía que ya no pertenece al futuro, sino al presente. Uno que arrasa con ... lo que entendíamos por valores humanos. Valores que dábamos por sentado como sociedad y que creíamos que no podían tambalearse. No, al menos, de este modo.
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No hablo únicamente de política. Hablo de algo más profundo e inquietante: la normalización del desprecio, la institucionalización de la crueldad y la absoluta impunidad con la que se reescriben las reglas del juego. Un gobierno que decide qué vidas merecen derechos y cuáles no, que manipula la verdad sin pudor, destruye puentes y levanta muros, y que lo hace, además, con el aplauso ardiente de quienes creen que el mundo se debe construir desde el miedo y la fuerza, lo que dibuja un paisaje hostil y más insolidario. Más peligroso.
Creemos o queremos creer que la historia siempre debe avanzar hacia adelante, que aprendemos de los errores y que los derechos conquistados son irrevocables, pero no es así. No es cierto. Ya no hay nada garantizado y a lo que asistimos es a un retroceso salvaje y un desmantelamiento de todo lo que alguna vez nos pareció una victoria social. No sé qué más tiene que ocurrir para que despertemos. Para que entendamos que lo que hoy le sucede al 'otro', mañana nos puede suceder a nosotros.
Que la distopía imaginada está sucediendo ahora, aquí, sin pantallas de humo ni metáforas. Vemos lo que ocurre en directo como si no nos afectara y no fuera con nosotros, pero va. Claro que va. Porque cuando un gobierno despoja de dignidad a unos, despoja de dignidad a todos. Cuando legitima el odio, deja la puerta abierta para que cualquier otro lo haga. Cuando pisotea derechos básicos, sienta un precedente que cualquiera puede aprovechar después; y cuando normaliza la mentira, lo que se pierde no es solo la verdad, sino la posibilidad misma de distinguirla.
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Tal vez me quede ahora muda cada vez que veo una nueva decisión de la administración Trump, pero tengo claro que no debo permanecer callada porque si seguimos asumiendo lo inaceptable como parte del paisaje, llegará un momento en el que ni siquiera recordemos que hubo un tiempo en el que esto nos dejaba sin palabras.
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