Secciones
Servicios
Destacamos
Cuando Benjamín Franklin perfeccionaba el nuevo invento de la electricidad, la responsabilidad de todo era de Dios, lo que hoy viene a ser el gobierno. Para el creador del pararrayos la libertad era la ausencia de impedimentos, la autonomía humana para caer y besar el ... suelo ante la imposibilidad de flotar ingrávido y ajeno a todo mal. El ciudadano inconsciente culpa de todas sus desdichas a los que mandan y los políticos rastreros responsabilizan al pueblo por sus hipotéticos excesos en el vivir. Franklin aseguraba que toda acción desarrollada de acuerdo con la verdad era buena y todos aquellos actos envueltos en mentiras eran malos. Hay algo peor que el despotismo ilustrado y es el despotismo iletrado, aquel que niega la evidencia y se dedica a pontificar, asegurando que no existe otra virtud pública que la obediencia, desde una tribuna prestada y sufragada por los vecinos. Utilicemos la suela de zapato, la bicicleta, o un transporte público que no llega a todos los rincones ni a todas las horas. Asmáticos, discapacitados y agentes de comercio se fastidien, acarreen sus fardos en carretillas como antiguos mozos de cuerda. Ignoremos los niveles de benceno, que es lo ecológico. Tachemos de negacionistas del cambio climático a los que se atrevan a decir que un trasatlántico de los que arriban al Musel contamina tanto como sesenta mil vehículos de combustión interna. Si todo eso falla siempre podremos decir que son pijos los que protestan, cuatro gatos de Somió que reclaman por las dificultades para salir de su Ciudad Jardín. Parece ser que un concejal, en complicidad con la cúpula de la satrapía, sueña con hacer de Gijón un 'koljos' en el que nadie se mueva y todos conozcamos cuál es el lugar que nos corresponde, separados de la singularidad que nos caracteriza en pos de un fin superior y con autobús gratis para escapar del gueto cuando el aire sea irrespirable.
Es difícil salir de nuestra zona de confort, cuando ni siquiera tenemos confort en nuestra zona. Como decía el poeta Augusto dos Anjos: «Las manos que acarician son las mismas que apedrean», los correligionarios de quienes nacionalizaron las empresas públicas exigen que nuestro nutrido gobierno abarate el recibo de la luz. La factura ecológica la pagaremos los de siempre, con paisajes vírgenes mancillados por parques eólicos, desguazando automóviles supuestamente obsoletos porque no tenemos ingresos para permitirnos un coche eléctrico, ni sabemos en qué condiciones se extrae el litio de sus baterías, ni cómo se van a reciclar cuando no sean útiles.
Pronto nos obligarán a correr dentro de una rueda como un hámster para producir nuestra propia electricidad. Solo hay algo más vertiginoso que la luz, la estupidez.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.