Han pasado dos décadas y a diferencia del viejo tango, veinte años han sido demasiada espera para una obra con la que se prometió a Gijón ponerse a la altura del siglo XXI. Después de gastarse doce millones en estudios y maquetas, los sucesivos gobiernos ... no han dejado más que un túnel en el que una vez excavado se ha invertido lo justo para evitar inundaciones. Queda en el recuerdo el histórico apretón de manos entre Francisco Álvarez-Cascos, Vicente Álvarez Areces y Paz Fernández Felgueroso en la Casa Natal de Jovellanos. Una imagen que sellaba el acuerdo para que las tres administraciones cofinanciaran las obras y que fue definida como un ejemplo de «cooperación institucional». El entendimiento no superó el tiempo en el que sus protagonistas ocuparon sus cargos. Después se han sucedido años de reproches sobre el abandono de un proyecto para el que se han hecho trece informes y que ha sufrido tantos cambios que resulta difícil creer que los últimos serán los definitivos.

Publicidad

Los actuales responsables del Ministerio de Transportes defienden la necesidad de construir el metrotrén hasta Cabueñes al compás de la futura estación intermodal. Por eso han prometido licitar el próximo año la redacción de un proyecto global. Esto significa que en el mejor de los casos las obras no comenzarán hasta 2025, o lo que es lo mismo, que se habrá agotado otra legislatura sin reanudar los trabajos. Muchos darían por bueno el calendario, de cumplirse. Hace tiempo que la resignación superó a la ambición hasta el punto de que cualquier solución parece aceptable con tal de dar un paso adelante. Al fin y al cabo, el metrotrén de poco más ha servido que para animar las campañas electorales y algún que otro Pleno municipal. A estas alturas, los políticos han perdido cualquier razón para pedir paciencia y la responsabilidad es de tantos que resultaría imposible citarlos a todos. El lapsus resultaría inevitable. Y tal vez injusto. Habitualmente se recuerda los nombres de quienes pretendieron hacer y fracasaron. Pero el estado de coma en el que permanece el metrotrén desde que la tuneladora finalizó su trabajo tiene muchos más culpables de los señalados. El tren del futuro descarriló en Gijón en el momento en que dejó de verse como un proyecto fundamental para ordenar las comunicaciones en Asturias y comenzó a abordarse como una aspiración local excesiva y casi vergonzante. Muchos, sin decirlo, han actuado convencidos de que no había ninguna prisa por gastarse cientos de millones para que Gijón tuviera un metro. El resto no es más que ruido.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3 meses por solo 1€/mes

Publicidad