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El plan de Pedro Sánchez para resolver el conflicto catalán está claro. Pasa por indultar a los condenados por el 'procés' y luego sentarse a una mesa de negociación. Algo que está pendiente desde la propia investidura de Sánchez por los pactos con Esquerra Republicana ... de Cataluña (ERC). Sin duda, lo de los indultos está trayendo cola. Más que nada, porque los propios indultados parecen rechazarlo. Esto es, vienen a decir que se lo meta el Estado por donde acaba la espalda. Los independentistas hablan de un concepto mucho más amplio como es el de la amnistía. O sea, que incluso los que eludieron a la Justicia se vean beneficiados por las medidas de gracia. No sé, ¿se imaginan al expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, regresando de Bruselas como si tal cosa? ¿Quizá volviendo al cargo que un día abandonó para marcharse de tapadillo por la frontera? Asimismo, este movimiento del presidente está produciendo inquietud en su propio partido. De hecho, podríamos decir que hay dos bandos: los mexicanos y los otros. Serían los primeros quienes hacen lo siguiente. Cuentan que un presidente de México, al llegar a las reuniones de los consejos de ministros, preguntaba siempre qué hora era. A lo cual, respondían todos al unísono: la que usted diga. En cambio, los otros, los críticos con esta estrategia de concesiones sin contrapartidas hacia el soberanismo catalán, son tachados de viejos, anticuados y obsoletos. Vamos, que están pasados de moda. Como ven, sanchismo en estado puro.
Desde luego, aunque en Moncloa no lo quieran aceptar, esta política de acercamiento tiene un coste político evidente. No ya por las afiladas críticas de la oposición, sino porque el electorado se radicaliza aún más y cambia su voto hacia los extremos. Al independentismo le debemos el regreso de la ultraderecha a las instituciones. No es casualidad que Vox sea el tercer partido en el Parlamento español: debemos verlo como la consecuencia directa de aquella república catalana proclamada en 2017. Sin embargo, Pedro Sánchez parece que tiene claro que es necesario «abrir un nuevo tiempo para Cataluña». Habla de términos como concordia, eliminar el espíritu de revancha o venganza y cosas así. En fin, yo me pongo en la piel de aquellos jueces o policías que estuvieron pasando aquellos días tan difíciles y no sé qué pensaran. Igual hasta se preguntan si valió la pena aquel esfuerzo titánico por restablecer el orden constitucional.
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