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La vacuna y yo

Parecía la hilera del Juicio Final, en la que los justos recibiríamos una prórroga a este lado del espejo

Lunes, 24 de mayo 2021, 02:12

El poeta asegura que nunca deberíamos volver al lugar donde hemos sido felices. El tiempo habrá hecho su trabajo destructor, los verdes se habrán vuelto grises y el brillo óxido. La inteligencia artificial ahora es lo natural y la voz metálica de un robot nos ... convocó a los de mi quinta para inocularnos un poco de ese mal que a tantos se ha llevado. Me encontré con mi añada en fila de a uno, esperando ese chute de presente, percibido como salvación o amenaza. Éramos todos extraños compartiendo calendario, con una mezcla de alivio y ansiedad, cobardía y arrojo, incertidumbre y alegría, miembros privilegiados de la parte buena del mundo, donde la salud es un bien público y universal. Parecía la hilera del Juicio Final, en la que los justos recibiríamos una prórroga a este lado del espejo, citados en la cancha en la que disfrutamos de tantos buenos momentos musicales y deportivos, hipnotizados por el bote de una pelota, el roce de un aro o el atisbo de otros mundos posibles. El estado del bienestar nos había pedido un hombro por nuestro bien y la salud colectiva. Desfilaron nuestras barrigas, arrugas y calvicies, con la euforia de haber llegado a este punto y la curiosidad de compararnos con nuestros contemporáneos. ¿Será que voy a coincidir con aquella chica que me gustaba y que no volví a ver? ¿Qué es lo que quedará de los que soñábamos juntos en una ciudad que ya no existe?

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