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Nunca desde su fundación la Unión Europea se reveló tan útil como en estos meses de pandemia. Escuchamos quejas sobre su funcionamiento, y seguramente algunas fundadas, pero también hay que reconocer que su existencia está siendo fundamental. España tiene la suerte de ser miembro y, ... por lo tanto, ante una necesidad como la actual tiene a quién recurrir. Nos cansamos de decir que la clave para salir del gravísimo problema creado por la covid-19, es la unidad, para poderlo resolver entre todos.
Lamentablemente, eso no lo podemos decir de la dispersión y enconamiento penosos que hemos creado y mantenemos en nuestro país. Ese pésimo ejemplo se compensa en buena medida con el recurso exterior que nos ofrece la unidad lograda en Europa. Cuando enfocamos el difícil futuro que se augura, enseguida recordamos que está siendo y será fundamental. Llegarán subvenciones y créditos, cuando menos, para salir del paso.
La moneda única, el euro, tan criticado por algunos, facilita que la dependencia exterior sea más fácil de abordar, y pertenecer a una unidad de veintisiete naciones, una posibilidad casi única de poderla enfrentar. ¿Cuántos países, de los cerca de doscientos que existen en el mundo cuentan ante una situación como la actual con una barra a la que asirse para salir adelante como es la UE? Descartamos algunas superpotencias como los Estados Unidos que cuentan con recursos más amplios, pero, ¿y los demás?
Podemos hacernos una idea de cómo lo estarán pasando en tantos y tantos países de América Latina, África o Asia, intentando en solitario salir adelante. Todos están ahogados: sin medios para mejorar los sistemas de salud, sin créditos para hacer frente a la crisis económica y sin horizontes claros para el futuro incierto que se abre. Prácticamente ningún vecino puede ayudarles ni tienen a quien implorar solidaridad. Por primera vez en la historia contemporánea prácticamente todos se hallan en la misma situación.
Por eso habría que reconocer que pertenecer a la Unión Europea es disfrutar de una situación privilegiada. No va a salvar todos los obstáculos que se están generando, pero sí contribuir a superar muchos y paliar otros. La UE llevaba algunos años alicaída ante la actitud insolidaria de algunos gobiernos y sectores sociales, una situación que era aprovechada por sus enemigos para debilitarla. Ahora es el momento de recordar que tenerla y estar dentro es un privilegio, que algunos políticos del pasado han logrado.
Desde asumir el peso de adquirir vacunas en bloque y plantar cara a los especuladores, hasta facilitar medios financieros para la reconstrucción, pasando por la posibilidad de poder afrontar muchos de los daños de la pandemia, todo es digno de valoración. Tiempo vendrá para criticar sus errores, pero en estos momentos lo más digno sería reconocer el mérito de quienes la imaginaron, la crearon y la pusieron en funcionamiento.
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