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Hasta la última línea

Asturias pierde a un periodista que la defendió sin concesiones desde Gijón y creó escuela

Martes, 13 de diciembre 2022, 01:52

Dime, ¿qué es para ti Gijón, el Sporting y el periodismo?». Cualquier respuesta posible parecía por debajo de las expectativas. Canal te recibía en tu primer día de prácticas en EL COMERCIO con la seriedad de quien respeta tanto su trabajo como para no perder ... ni un segundo en dejarte claro que esperaba de ti tanto como él estaba dispuesto a dar. Y con un compromiso personal que nunca anunciaba, pero que a partir de ese momento se cumplía, de regalarte todo lo que sabía, respaldarte en cada dificultad y exigirte lo máximo porque cada lector del periódico nunca merecía menos. En su carrera no quedó género o sección en la que no apareciera su firma, aunque nunca ocultó su predilección por los asuntos de Gijón, ni su pasión por el Sporting o la tauromaquia, asuntos de los que la hemeroteca atestigua su rigor en la crónica, la innegociable independencia de su mirada periodística y su exquisita precisión en los términos. Aunque Canal fue mucho más en la Redacción que uno de los mejores cronistas de su tiempo. Fue un periodista total porque nada se escapaba a su extraordinaria capacidad de trabajo y a una implicación sin concesiones. Movía la Redacción a su ritmo incansable, desde la distribución de las páginas al cierre, repasaba cada página a la caza de las erratas y aún sacaba tiempo para ejercer su magisterio. Por eso, muchas de las dudas acababan por disiparse con el incuestionable «pregúntale a Canal». Fue un hombre de redacción, de jornadas intensas y de trabajo en equipo, que compartía sus éxitos y sufría los errores de los demás como si fueran propios. Para él, cada línea era responsabilidad de todos en una cabecera que era su vida. Solo alguien como Canal, como siempre quiso que se le llamara en la Redacción, podía convertirse en la mano derecha de un gigante como Francisco Carantoña, a quien conoció y ayudó como pocos. Difícil tener la impresión, después de hablar más de diez minutos con él, de que hubiera podido ser feliz en ningún otro sitio que no fuera EL COMERCIO. A su cabecera consagró su talento y su esfuerzo como imprescindible adjunto de todos los directores que sucedieron a Carantoña. Porque si un rasgo define a José Antonio Rodríguez Canal ha sido su insobornable lealtad. A su cabecera y al compromiso de EL COMERCIO con Gijón. Y cuando se trataba de cumplir con ello, el periodista junto al que los más jóvenes intentábamos sentarnos en la redacción o en la sidrería para aprender de la profesión y de la vida, se convertía en un muro infranqueable.

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