Lo que mal empieza, como se suele decir, mal acaba. Es lo que le está pasando al PP gijonés en su enésima crisis. Algo a lo que nos tiene acostumbrados y ya ni es noticia. El relevo esta misma semana de su portavoz municipal, Alberto ... López-Asenjo, no es más que la consecuencia de una decisión equivocada: la de haberle designado como candidato. El poderoso dedo de Pablo Casado lo nombró en marzo de 2019 sin mayores miramientos. Es decir, sin tener en cuenta al partido a nivel local y regional. Bien es cierto que los populares asturianos están muy acostumbrados a esto: a que Madrid proponga y nadie rechiste. Incluso yo diría que hasta se sienten cómodos.
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El caso es que López-Asenjo tenía el currículum perfecto para ser número uno: venía a Gijón de vacaciones. Hablamos, pues, de un turista casi espacial. O sea, de esos que ahora se montan en un cohete y andan por la estratosfera. Ni sabía nada de esta ciudad (más de lo que puede conocer quien pasa unas semanas al año), ni tampoco de su propio partido (las relaciones con su grupo están siendo nefastas).
En estas circunstancias, solo le podían valer al PP dos cosas. Primera, obtener un resultado bueno en las urnas que no se produjo. Recordemos que sigue arrastrándose por el suelo electoral de tres ediles. Y segunda, que su labor de oposición en el Consistorio fuese destacada (que tampoco). El turista espacial ha estado flotando por el Ayuntamiento en una situación de falta de gravedad total. Perdido por el espacio y sin conectar con nadie. Repito, ni siquiera con sus propios compañeros.
Por tanto, no me extraña que las relaciones se hayan vuelto insostenibles. De hecho, no sé cómo han aguantado dos años. El detonante de esta nueva crisis -una presunta denuncia del actual presidente, Pablo González, ante el Tribunal de Cuentas por su contabilidad al frente del grupo municipal- confirma lo que siempre hemos dicho. El principal enemigo del PP asturiano no está en sus rivales políticos sino que son ellos mismos. Sus peleas internas son cíclicas y de carácter épico.
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En este mismo año, sin ir más lejos, ya llevamos dos. A la que estamos viviendo, hay que sumar la abrupta salida en febrero del anterior presidente, Mariano Marín. Sin duda, difícil situación de cara a su electorado. Mucho tienen que demostrar para volver a tener su confianza. Máxime si tenemos en cuenta que las cosas aún pueden ir a peor: podríamos asistir a la ruptura del PP en el Ayuntamiento.
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