La suerte, la fortuna, los hados. No se sabe qué, pero ¿cuántas posibilidades había de que estos dos clubes gijoneses se encontrasen en la primera ronda de Copa del Rey? ¿Un 0,5%? Un golpe de fortuna en el que el Sporting supo estar a ... la altura. El gran entendimiento entre las directivas ayudó a que el partido tuviese un gran componente de celebración. Y con las categorías inferiores del Ceares presentes en el campo.
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Es ahí donde está el valor añadido del club teyero. Ponen mimo y cuidado en todo lo que significa ser club, construir equipo y hacer barrio. Sobre todo, supone otra manera de entender el fútbol. El fondo norte fue ocupado por la afición cearista, quizá la única en España a la altura de las mejores de Argentina. Al jugar como locales, les correspondía escuchar su himno, compuesto por Mar Álvarez, leyenda gijonesa de tres bandas clave: Undershakers, Pauline en la Playa y Petit Pop. Casi nada.
En las cercanías se respiraba un ambiente fabuloso, con mucha gente que llevaba las bufandas del Sporting y el Ceares colgadas del cuello. La ausencia de lluvia finalmente animó la taquilla y la noche quedó brillando para este partido que era una fiesta y una pequeña trampa
Días antes del partido, Gallego dijo que la vuelta de Djuka suponía un «chute de energía». Matías Prats no hubiera resistido hacer el chiste puntualizando que el retorno del balcánico hubiera sido más bien una «inyección» de energía. Jo, jo, jo.
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Sonaba en la megafonía 'Viviendo en la era pop' de Los Flechazos justo cuando el Ceares salió a calentar, un recibimiento en toda regla, y según se iban llenando las gradas habilitadas escuchamos también a los Stone Roses.
Dio comienzo el partido y, aunque el Sporting no salió con su equipo de gala, tampoco escatimó recursos. Cargó casi todo su juego por la banda derecha y se enfrentó a un equipo ordenado y muy concentrado con cinco atrás. El Sporting, bajo de revoluciones, lento y previsible a medio gas, daba la impresión de que sólo marcaría de cabeza. Y así fue, Con el marcador a favor, el Sporting cogió otro ritmo... 'Ma non troppo'.
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Fui con mis padres al campo porque nadie quería perderse este momento. Mi padre, puro corazón de león y mi madre con prismáticos, por supuesto como si fuese a ver 'La Bohème'. Y vimos leones por un lado y bohemia por otro. Eso sí, la grada de El Molinón es una de las más divertidas de este país (imagino que la de Cádiz también lo es), tiene una flema y una mordacidad muy sutil. En el Bernabéu, puedo asegurar que los comentarios son menos veloces y de más baja calidad. Supongo que la vida en el alambre agudiza el ingenio. En el descanso, sonaron tres temazos, AC/DC, Al Wilson ('The snake') y The Libertines en la megafonía que suena muy bien. Qué bien El Molinón, que está vez se vistió de La Cruz,
Fue la entrada de Altor lo que espoleó y añadió hambre al Sporting. Da el balón y sale veloz, juega otro partido, así como Villalba. El problema para el Ceares es que recuperaba muy atrás el balón. Eso les convertía el campo en una autopista. También trataba de sacarlo jugado con bastante gusto. Sin embargo, las pocas veces que lo lanzaron cerca del área de Mariño, el Sporting reaccionó con dudas y nervios. Tal vez ahí pudo haber hecho algún rasguño más.
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Mis momento favoritos: ver a la grada animar a Kike, guardameta cearista, en un saque de falta rival balón parado. Y la despedida final. ¡Ceares, qué club!
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