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Por error propio, o por culpa de un corrector de texto muy entrometido, el otro día salió publicado que, en respuesta a su fracaso electoral, el seráfico candidato Ángel Gabilondo había tomado el trole. Pero no. Sí se había dado el piro, cogido la puerta, ... tomado el portante, ahuecado el ala, liado el hato, salido por piernas y de naja, pero no había cogido el trole, trolebús, tranvía u ómnibus, vehículo que mediante una pértiga con ruedas, del francés 'trolley', carretilla, capta la energía para el trayecto mediante el contacto de esa vara con el cable eléctrico que recorre por arriba su ruta. Gabilondo no tomó el trole, carricoche pesado que ya no circula por las ciudades y que alguno añora. Lo que sí había tomado era el tole. Lo del tole viene del evangelio de Juan, 19, 15. En un episodio bastante dramático, el evangelista da cuenta del recelo que entre los sacerdotes judíos producía el temor a competir en el terreno religioso con un profeta esenio llamado Jesús, el hijo de un carpintero que iba de mesías, y que hacía poco había entrado en Jerusalén aclamado como rey por una plebe que agitaba palmas de palmera y gritaba hosannas. De aquella, el prefecto romano de Judea, llamado Poncio Pilatos, tomó a Jesús por terrorista, ¿qué osadía era esa de apelarse rey de los judíos?, y una vez preso, lo presentó a la multitud para que ella decidiese la suerte del farsante. Y la masa, manipulada por la envidiosa casta sacerdotal de los saduceos, se empeñó en gritar, «tolle, tolle, crucifige eum», «quítalo de nuestra vista y crucifícalo». Y de ese 'tolle', imperativo, del verbo latino 'tollo' que significa 'quitar de en medio', deriva el tole castellano. Tomar el tole viene de ahí, de quitarse de en medio, de apartarse, que es lo que hizo Gabilondo, y también algún otro, tras el chasco electoral de las últimas en Madrid.
De lo que se concluye que la omisión o la sustitución de una sola letra, o de una simple tilde, puede modificar el sentido completo de una frase, que al léxico lo carga el diablo y cualquiera se lo juega si anda a uvas. Hay ejemplos de letra y tilde. La 'líbido' esdrújula no existe. Es analogía errada del 'lívido' con uve, que suele sustituir a la correcta 'libido', llana y con b. Belén Esteban, princesa y guía léxica y espiritual del pueblo llano, dice 'cocreta' en lugar de 'croqueta'. Y en su día, un periódico asturiano publicó que un famoso tenor de ópera suspendía su actuación en el Campoamor porque sufría un enema, no un edema, en las cuerdas vocales. Quien haya soportado un enema, sabrá qué aquejaba en verdad a aquel solista. Una letra errada y... ¡zas!
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