La aprobación por la Comisión Europea del Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) de Arcelor es una noticia transcendente. En la larga singladura de la siderurgia asturiana se introdujeron cambios o modificaciones en la propiedad, el aparato productivo o en el mercado ... que permitieron a las plantas asturianas garantizar la supervivencia. El PERTE aprobado es uno de ellos. La siderurgia que todos conocemos, con los dos hornos altos que contemplamos desde la autopista 'Y', no sirve para la próxima etapa. La descarbonización es un objetivo en gran parte del mundo, pero en la Unión Europea es una obligación para seguir fabricando. Las emisiones de dióxido de carbono gratuitas se acaban y los costes se dispararían. Desde Bruselas se han aprobado disposiciones para que todas las producciones que no sean verdes se conviertan en totalmente antieconómicas. El PERTE hace de parteaguas; sin el dinero europeo Arcelor no acometería el profundo proceso de transformación de sus instalaciones. Una gran multinacional siempre tiene margen de maniobra y con 17 hornos altos en Europa, la producción asturiana no supone una cuestión de vida o muerte. El Gobierno de España asumió la gestión de las ayudas europeas que deben cubrir el 50% de la inversión y el resto lo pondrá la propiedad. No era un asunto sencillo porque Arcelor participaba en proyectos de otros países, así que Bruselas tuvo que examinar si las ayudas recibidas no lo colocaban en una posición de dominio de mercado. Todo salió bien. Ahora queda desarrollar un proyecto que tiene como principal interrogante los elevados costes de la producción de acero verde. El talento de un personal muy cualificado sabrá aplanar la curva de costes.
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La noticia es excelente, pero la trifulca política tuvo que poner la nota discordante. La buena nueva llegó por boca de Diego Canga, candidato del PP a la Presidencia del Principado. Un señor que estuvo trabajando más de tres décadas en Bruselas en puestos destacados es lógico que se entere antes que el resto de los políticos asturianos. No pasa nada. Todos nos congratulamos, menos la ministra de Industria, Reyes Maroto, que estaba en Avilés.
En un ataque de celos propio de un personaje shakesperiano, desmintió el anuncio para decir, luego, que no conocía a ese señor que «está poniendo en riesgo el proyecto de Arcelor». Terminó el espectáculo grabando un vídeo, sonriente y celebrando la noticia. Qué fácil lo tiene el alcalde de Madrid.
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