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Hace treinta años

En Galilea estaba Judas, pero en los tiempos modernos se acercan los cuñados a tantear la salud de los viejos soñando con sus herencias

Jueves, 23 de diciembre 2021, 01:49

Hace treinta años una persona en quien confiaba me aconsejó que procurase no lamentarme, y menos que me viesen derrumbado, porque eso sería un regalo para los que disfrutan con el mal ajeno. Toda esa morralla que cuando ven a alguien atrapado por la desgracia ... lo resumen en cuatro palabras: «Anda que se joda». Los hay que ni siquiera saben disimular. Personas groseras que no tenían otra forma de comunicarse mutuamente más que a través del insulto, se hacían arrumacos al ver acercarse a alguien partido por la desgracia y sorbiéndose las lágrimas. Le comentaba esta percepción al gran médico Ramón Medio; y él, que tenía en sus ficheros los desajustes de miles de ciudadanos, me respondía que era una percepción mía ocasionada por los traumas, que no había gente tan malvada. Pues sí, querido doctor -que fue vecino mío aquí en Bernueces-, usted que es un sabio, tendría que acompañarme en un grupo en el que participo, y encontraría un nuevo hallazgo de la maldad y la estupidez humana.

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