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Sin duda, hay algo que ha condicionado mucho la tramitación de estos últimos presupuestos municipales de la legislatura: que no fuesen aprobadas las ordenanzas fiscales. En octubre se retiraron al no llegar a un acuerdo con Podemos sobre el denominado IBI para ricos. También, claro, ... porque no fue aceptada una subida generalizada de tasas y precios públicos, como se pretendía desde el Ayuntamiento para no crear un agujero más grande. Recuerden que la basura, por ejemplo, se incrementaba hasta en un 30% debido a la entrada en vigor de un nuevo impuesto sobre residuos. A partir de ahí, una cierta sensación de contrariedad reinó en la concejalía de Hacienda y se impuso la cautela. Es decir, primó el no dar pasos en falso a que se pudieran presentar las cuentas antes de fin de año. De hecho, lo que ahora se nos ofrece es un borrador, mientras que en otros municipios se aprueban los presupuestos con total normalidad. En Oviedo ya están desde la semana pasada y en Avilés será el próximo día 30. Entraremos, pues, en prórroga presupuestaria con todo lo que ello supone. A la postre, retrasos en el pago para quienes dependan del dinero público gijonés.

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