La primera jornada del debate sobre el estado de la región estuvo dedicada al discurso del presidente del Principado. Las réplicas de los portavoces parlamentarios ocupan la segunda jornada.

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Quisiera empezar con una consideración formal. Adrián Barbón leyó el discurso a una alta velocidad (¿propia ... de la variante de Pajares?). En ocasiones anteriores también lo había hecho, pero esta vez fue aún más veloz. Comparado con un informativo de televisión, la dicción fue el doble de rápida. Sin duda lo hizo para no extenderse y cansar a la audiencia. El resultado es que lo que ahorra en tiempo lo pierde en inteligibilidad. Acaba siendo todo demasiado atropellado, demasiado compactado y la calidad de la comunicación se resiente. Alguien del elenco de asesores debería sugerirle como fórmula de mejora: más breve y más despacio.

Añadamos a ello que tocó muchos temas, hasta el punto de que empezó una frase con el turismo y la acabó con Cogersa. En otro pasaje abordó la problemática del jabalí para rematar con el Estado del Bienestar.

El texto estaba lleno de agendas: Agenda 2030, Agenda Verde, Agenda del Cambio (no confundir con Ejes del Cambio y Fuerzas del Cambio que también estaban en el discurso). Me lié con las agendas y los cambios hasta sentirme perdido como si estuviese en el pasillo de un híper nuevo, cuando de pronto el presidente dijo que hasta entonces había enumerado los cinco grandes contenidos de la Agenda del Cambio. Iban 55 minutos.

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Me extrañó mucho que presentase la agenda acabando el mandato. ¿Cuándo va a desarrollar su contenido? ¿En los escasos meses que faltan para el fin de la legislatura (primeros de abril)? Todo indica que está pensada para el próximo mandato, con cuatro años para ejecutar su programa. Reúne todas las características para convertirse en una buena arma electoral.

El tipo de discurso, descriptivo y con argumentos basados en acumulación de datos, puede ser convincente, pero tiene poca sustancia política. En contados momentos entró Adrián Barbón en harina. Quizás se reserve para el debate con los portavoces.

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Una excepción fue cuando relacionó las premisas fiscales de la derecha (bajar impuestos) con la reactivación económica, haciendo ver que la operación no es indolora, sino que se hace a costa de debilitar el Estado del Bienestar.

Quedé desconcertado con las continuas alusiones a la extrema derecha. Tal parece que Vox es el partido líder de la oposición, cuando fue el menos votado de la Cámara. Puede ser que en las encuestas que maneja el PSOE (cuando en Asturias se habla de encuestas, siempre son de origen socialista) Vox tenga un aumento muy notable de escaños, pero aun así resulta raro silenciar al resto y tener tan presente a Vox.

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A modo de referencia, digamos que en el Congreso de los Diputados, donde Vox tiene en términos relativos más del triple de escaños que en la Junta General del Principado, nunca es el grupo que centra las invectivas de Pedro Sánchez. En el argumentario socialista el objetivo a batir es el PP.

Como es norma de la casa, el discurso fue abiertamente optimista: las listas de espera de la sanidad se mantienen a raya. A alguien se le olvidó recordar al presidente que en julio había 30.000 asturianos más haciendo cola que doce meses antes.

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La educación mereció una referencia mínima, salvo para las promesas: más de 1.300 nuevas plazas para el primer ciclo de Infantil (0-3), que propiciarán la conciliación familiar. Qué harían el Principado y los ayuntamientos sin los fondos Next Generation.

La reforma de la Administración, la patata caliente de la legislatura, sigue a la expectativa de aprobar los proyectos de ley de Empleo Público y de Calidad Ambiental. Aparte de citar la ya consabida estabilización de los funcionarios interinos, no hubo más reflexiones sobre el principal problema del Principado.

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La nota picante del discurso estuvo en el nuevo canje de sedes entre la Universidad de Oviedo y la Justicia, con las antiguas dependencias hospitalarias de Buenavista convertidas en el 'campus B' del Cristo para dejar sitio a las togas en Llamaquique. Lo de 'campus B' me suena fatal, mejor hablar de ampliación del campus del Cristo. Aquí cabe cualquier cambio de fichas con tal de que los ingenieros de minas se vayan a Mieres. Este asunto va a dar juego.

Adrián Barbón reservó lo más importante para acabar el discurso. A su lado, el resto es pura retórica. Anunció que llegaba la traca final y así fue.

Atención: 1.200 euros por nacimiento, 1.700 por segundo hijo. En caso de nacer el niño en un municipio en riesgo de despoblación (la mayoría) la ayuda subirá hasta los 2.200 euros. Además: 1.500 euros para todos los niños menores de tres años que vivan en concejos sin escuela infantil o si no tienen plaza en ella.

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Por primera vez el presidente utiliza munición de grueso calibre contra la despoblación y a favor de las familias. Nada de pequeñas ayudas fiscales y bonificaciones para el transporte. Muchos niños pueden llegar con 2.200 euros bajo el brazo. Se acerca a lo que daba Zapatero y con ello invirtió la curva demográfica en 2008. Faltó continuidad.

Barbón carga la mochila para la batalla electoral. Ahora bien, para el presupuesto lo tiene difícil, porque hay grupos de la oposición que, a falta de imaginación, pedirán duplicar la dosis: aprobamos el presupuesto si las ayudas se multiplican por dos. A eso le llaman hacer política. Hoy lo veremos.

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