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Hay cosas en estas nuevas restricciones que ha impuesto el Principado que me llaman la atención. No me refiero a las que afectan al sector de hostelería, puesto que de sobra sabíamos que tenían todas las papeletas para llevarse lo peor. De hecho, incluso los ... propios bares, restaurantes o cafeterías estaban descontando lo que se les venía encima. Muchos durante el fin de semana previo a que se anunciasen el lunes, ya se anticiparon avisando de un cese de actividad o limitando por iniciativa propia su horario. Por tanto, no es ninguna sorpresa el que ahora se establezca su cierre a las ocho de la tarde, aunque represente una medida dura para ellos. Especialmente, para los establecimientos de restauración puesto que implica eliminar las cenas. Es decir, prácticamente tendrán que vivir con las comidas que puedan vender en su local y punto. A eso se le llama negocios de subsistencia. Tampoco creo que afecte demasiado al pequeño comercio. La gran mayoría ya echaba la persiana -y más tras la campaña navideña- hacia esa hora aproximadamente. Sí, en cambio, tendrá repercusión en las grandes superficies porque era una de las ventajas que tenían. Esto es, poder absorber esa clientela que después del trabajo acude a realizar sus compras. Sin embargo, lo que sí resulta llamativo es que esta limitación de horario se imponga al sector de la alimentación. Algo que durante ni la peor época de la pandemia había sucedido.

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