Borrar

Nos tocó carbón

Abandonada la fe colectiva de antaño, somos seres tan identificados con su cuerpo que cuando este ya no sirve solo queda el vacío

Lunes, 21 de diciembre 2020, 01:48

Envidio de corazón a todos aquellos que han llegado a un punto de lucidez tal, que nada les escandaliza ni les sorprende, siguiendo el ejemplo ... de quién se resiste a sufrir por aquello que no puede cambiar. Como sociedad, nos podemos sentir como aquel personaje del poeta británico John Dryden: «Estoy un poco lastimado, pero no estoy muerto. Me recostaré para sangrar un rato. Luego me levantaré a pelear de nuevo». Esta abnegación general, contrasta con el espectáculo de nuestros mandos, que oscilan entre el triunfalismo obsceno y un acecho miserable en busca de carroña, más propio de aves de rapiña que sobrevuelan un campo de batalla, que de unos servidores del bien común. Anegados por el maremoto del virus, nos hemos visto obligados a cabalgar la ola, inflando a toda prisa un flotador de pato, mientras vemos hundirse a otros sin poder hacer nada. La muerte nunca estuvo tan presente.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcomercio Nos tocó carbón