¿Puede una divisa subir y bajar un 60% en una semana? La respuesta es sí porque la lira turca es lo que está haciendo desde hace semanas. Cuando los gobernantes se dedican a lanzar mensajes cambiantes y contradictorios a la población y eso se ... combina con promesas imposibles de cumplir, como está haciendo el actual presidente turco Tayyip Erdogan, los mercados se vuelven extremadamente volátiles y la confianza se esfuma.
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Turquía siempre tuvo la aspiración de entrar en la UE y en el euro, pero ese objetivo se ve como algo inalcanzable porque es un país muy heterogéneo a nivel geográfico, político, cultural, religioso, económico, etc., pero sobre todo porque tiene graves desequilibrios internos y las políticas populistas no son la mejor receta para corregir esos desequilibrios. Turquía tiene una inflación galopante y la Teoría Económica siempre tuvo como receta en esos casos subir los tipos de interés y liberalizar la economía para incrementar la oferta y así reducir los precios. Pero, allí no hacen eso, sino todo lo contrario. Turquía sigue siendo una economía muy intervenida, con un estrecho grado de libertad, lo cual merma su competitividad y, además, a su presidente Erdogan se le ha ocurrido defender la idea de que hay que bajar los tipos de interés. Algo así como si a un diabético, le recetasen una dieta golosa basada en azúcar.
Dentro de las medidas insostenibles que el gobierno turco ha adoptado está el eliminar la retención fiscal que tenían que pagar quienes compraban bonos de liras turcas, para así hacerlos más atractivos y proteger a la lira de la devaluación. Como dijo el magnate húngaro, el denostado George Soros, cuando lanzó un ataque a la libra esterlina que la expulsó del SME, «los mercados son implacables y detectan cualquier debilidad». De momento, la lira turca se ha devaluado un 50% respecto al dólar en el último trimestre y su cotización se ha convertido en un tobogán o montaña rusa impredecible, donde aquellos que tienen información privilegiada se hacen ricos en unos días, mientras que el resto queda arruinado.
Otro indicio de que allí no están haciendo las cosas muy bien es que la previsión de inflación para este año apuntaba al 5% y ya van por el 21% y los CDS (Credit Default Swaps), es decir, un producto financiero «derivado» que cubre posibles insolvencias refleja que el riesgo de impago de la deuda pública turca ha aumentado más del doble en menos de dos meses.
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Según Erdogan unos tipos de interés altos sólo enriquecen a los ricos y empobrecen a los pobres. Lo que Erdogan no dice a la población es que si el Estado se vuelve insolvente, los pobres perderán sus pocos ahorros mientras los ricos y los que tienen información ya tendrían el dinero a buen recaudo en divisas como el dólar o el euro.
Ante un problema concreto, en economía puede haber recetas muy distintas, desde las keynesianas, tipo Krugman, a las liberales, estilo Laffer, pero ninguna receta aconseja bajar los tipos de interés para frenar a la inflación, porque es algo así como beber alcohol para quitar la borrachera.
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Si tuviese que seleccionar tres máximas o axiomas que definan el comportamiento del dinero, en cualquier parte del mundo escogería los siguientes:
1. El miedo y el dinero nunca van juntos. Los ahorradores tienen aversión al riesgo y buscan refugios seguros para su dinero, incluso aunque sean poco rentables.
2. Riesgo y rentabilidad van parejos. Ambos son como las partes inseparables de una moneda, con su cara y con su cruz. Excepto en los mercados intervenidos y con información privilegiada, en los mercados normales no hay inversiones que puedan ofrecer rentabilidades espectaculares sin que impliquen un riesgo.
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3. «Un tonto y su dinero tienden a permanecer juntos muy poco tiempo». El mundo es un lugar inestable, peligroso, cambiante y dinámico. Y en ese entorno, no hay hueco para los ingenuos ni para los que creen en promesas imposibles.
En cualquier caso, como estamos en Navidad siempre es muy reconfortante comprobar que hay sitios donde las cosas se hacen bastante peor. El que no se consuela es porque no quiere, aunque también el saber popular dice que «Mal de muchos, consuelo de tontos». ¡Feliz Navidad!
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