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Cuando las guerras de Flandes, dicen que los tercios españoles disparaban sin ton ni son, sin importarles dosificar bien la pólvora para disparos certeros que diesen en la diana, porque conseguían pólvora sin límite alguno, ya que las arcas reales tenían presupuesto casi ilimitado. ... El dinero procedía de la venta de oro y plata procedente de América y, también, de los impuestos abrasivos pagados por los humildes campesinos. Aquella situación dio lugar a la conocida frase 'disparar con pólvora del Rey', que quería decir disparar con pólvora ajena, es decir, sin reparo alguno.
La frase está de actualidad, ya que desde el año 2007, cuando se produjo el estallido de las 'hipotecas subprime', hasta el presente momento, se ha producido un fenómeno digno de análisis. Por un lado, tanto la deuda de las familias como la de las empresas se ha reducido de forma drástica y, a la vez, el ahorro de las familias batió récords durante la pandemia. En cambio, desde el año 2007 la deuda pública de casi todos los países ha aumentado escandalosamente. Iconos de la Escuela Conductista de las Finanzas, como el israelí Daniel Kahneman, Premio Nobel de Economía del año 2001, y otros ilustres investigadores de la misma rama como Amos Tversky, Vernon Smith, Dan Ariely, etc., recalcan la evidencia de que ante entornos muy turbulentos e inciertos el ser humano adopta una postura precavida y procede a ahorrar y a posponer decisiones trascendentales.
Otro laureado con el Premio Nobel de Economía, en este caso del año 1995, el norteamericano Robert Lucas, sostiene que el ser humano adapta constantemente su conducta y sus decisiones al futuro que prevé. Es decir, continuamente estamos analizando el entorno y tratando de anticipar el futuro para adaptar nuestra conducta al mismo. Y en entornos muy inciertos, la gente tiende al ahorro… por si acaso. Otra cosa son los gobiernos, que como disparan con pólvora ajena, no les importa endeudarse más porque la pólvora procede, en parte, del bolsillo del contribuyente actual y, en otra parte, de la deuda que 'solidariamente' les dejamos a las siguientes generaciones. Y eso que somos una generación muy preocupada por los demás y por la biodiversidad… Pero ahí les queda el pufo y que arreen.
En contraste con ese ahorro privado que aumenta cada año y con esa reducción de la deuda privada, la deuda pública en España era de 384.000 millones de euros en el año 2007, mientras que ahora ya es de 1,39 billones de euros. Es decir, en 13 años ha aumentado 'solo' un 262%. Ese contraste ofensivo indica la diferencia que hay entre gastar el dinero propio, el que se gana con el sudor de la frente, y el dinero ajeno, el que ganaron los demás con su sudor. Pero hay factores que hacen más escandalosa aún esa diferencia entre la conducta precavida y ahorradora de los ciudadanos durante todos estos años de crisis y el gasto alegre seguido por los sucesivos gobiernos que tuvo y tiene España. Por ejemplo, el ahorro privado ha estado desincentivado debido a que los tipos de interés están en mínimos históricos, con lo cual hay menos motivos para ahorrar. Además, las alternativas para colocar esos ahorros son casi nulas, con lo cual la gente ahorra por pura precaución, no porque haya alternativas atractivas para colocar esos ahorros. En cambio, con la deuda pública sucede lo contrario porque las políticas del BCE, comprando deuda pública sin parar, han mantenido los intereses de esa deuda pública casi nulos o incluso negativos, con lo cual la carga financiera de la deuda ha sido muy baja y eso debería haber empujado menos el crecimiento de la deuda pública año a año. Pero como se puede comprobar, no ha sido así.
Cuando un Estado adopta una postura keynesiana y realiza grandes inversiones en infraestructuras para tirar de la demanda y reactivar la economía, se puede producir un endeudamiento, pero es a cambio de algo que dará sus frutos y que producirá una utilidad al ciudadano. Pero cuando el endeudamiento surge por duplicidades burocráticas, por llevar a cabo políticas que fomentan todo tipo de ayudas y subvenciones pero que postergan la economía real, la cosa cambia. Y ese es el caso de España desde hace mucho tiempo.
Otra frase profunda que procede del saber popular dice que 'el ojo del amo engorda al caballo'. Dicha frase refleja el hecho de que quien quiere que un negocio o propiedad prospere tiene que vigilarlos y estar encima, cosa que no sucede con las finanzas públicas, donde es habitual el despilfarro y la duplicidad de organismos que molestan en lugar de hacer algo práctico y útil por el ciudadano. Punto y aparte ya son los numerosos casos de corrupción en el manejo del dinero público. Claro, que como dijo alguien profesional de la política, «el dinero público no es de nadie». Pensando así se entiende mejor lo que sucede.
Dentro de esas frases que se le atribuyen al genial Groucho Marx, hay una que bien dijo él, o bien podría haberla expresado: «Si debo mil dólares, yo tengo un problema. Si debo mil millones de dólares, el problema lo tienen los acreedores». En este caso, el problema lo tendrán los acreedores y, también, las siguientes generaciones. Esos jóvenes que vivirán peor que sus padres y a los que encima les dejamos una deuda cada vez mayor.
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