En la política asturiana estamos por la división. Sin duda, nunca por las soluciones fáciles y sencillas, si no por el enredo constante y las polémicas estériles. Vamos, que le sacamos punta a todo. Hace poco, nuestras señorías se pasaron semanas en el Parlamento discutiendo ... sobre el uso del asturiano. Es decir, si el diputado A, por ejemplo, habla de un argayo y el B no entiende la palabra (o no quiere entenderla), qué debería de hacerse en ese caso. Traducción simultánea, retardada, discurso paralelo … Más o menos, lo mismo se repitió en el acto institucional a cuenta de la celebración del 25 de mayo. Fecha histórica para Asturias ignorada y desconocida por muchos, incluso me temo que por alguno que ostenta un escaño. Desde luego, el acto en sí no tuvo nada que reprochar. Adrián Barbón cumplió (y acertó) al darle un sentimiento de asturianía por encima de todo. Esto es, recordar la proclamación soberana de la Junta ante la invasión francesa y el nacimiento de nuestra bandera. Algo, repito, que había sido olvidado como pueblo, quizá, puesto que nuestros gobernantes tampoco hicieron nada por mantenerlo vivo. Como digo, un acierto de Barbón que se comprometió a continuar en los próximos años.

Publicidad

Sin embargo, el consenso sobre la efeméride también dio lugar a la dosis de confrontación correspondiente. En este sentido, hubo quien quiso contraponer el Día de Asturias (8 de septiembre) a esta celebración recuperada. Digo más, hubo quien aprovechó para denunciar que la primera es de carácter religioso, mientras que la segunda, en el caso de que adquiriese el carácter oficial, sería laica. Ángela Vallina, la portavoz de IU, llegó a decir: «No puede ser que ese día arranque con una misa en Covadonga, porque hay que separar institución y religión». Todo ello, sin saber el futuro que le espera al 25 de mayo. Si se consolidará y convertirá en una tradición, o volverá a caer en el olvido como hasta ahora. El tiempo dirá. Dicho de otra forma: no se puede eliminar de un plumazo una festividad tan consolidada y sentida como el actual Día de Asturias, por otra que acaba de empezar su recorrido y no sabemos cómo evolucionará. A no ser, claro, que se le quiera dar un barniz ideológico. Algo innecesario y completamente dañino, puesto que siempre debemos resaltar en este tipo de celebraciones lo que nos une. Jamás lo que nos separa. Cosa a la que estamos muy acostumbrados los asturianos y así nos va.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3 meses por solo 1€/mes

Publicidad