![El oro, como termómetro](https://s3.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/202209/24/media/oro-termometro.jpg)
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La leyenda dice que, allá por el siglo VIII A. C., Midas, el legendario rey de Frigia, convertía en oro todo lo que tocaba. El oro siempre fue un metal muy apreciado y en tiempos de la colonización de América, España trajo grandes cantidades de ... dicho metal con las que financiaba el mantenimiento de su enorme imperio. Los metales preciosos siempre fueron muy valorados por la gente por razones muy claras, como son su escasez, el hecho de que soportan muy bien el paso del tiempo y por la ventaja de que son muy difíciles de falsificar, lo cual los convierte en un valor seguro.
Incluso la plata siempre fue un metal apreciado y la frase 'vale un potosí', como indicativo de algo muy valioso, hace referencia al gran yacimiento del Virreinato del Perú, que fue la mayor mina de plata entre mediados de los siglos XVI y XVII. Hoy Potosí pertenece a Bolivia. En cuanto al oro, en estos momentos los mayores yacimientos se hallan en Indonesia y Uzbekistán.
Volviendo la vista al pasado, hubo un tiempo, cuando el 'bullionismo', doctrina encajada dentro del mercantilismo arcaico, en que se medía la riqueza de un país por la cantidad de metales preciosos que atesoraba, pero el auge del comercio internacional y la revolución industrial derribaron dicha teoría. La cotización del oro durante una época larga, desde 1833 hasta la Gran Depresión posterior al Crack del 29, se mantuvo plana. Y no comenzó a subir con fuerza hasta principios de los setenta, en cuyos años tuvieron lugar dos fuerzas opuestas. Por un lado, el abandono del sistema Patrón Oro, a raíz de los acuerdos de Bretton Woods y, por otro, la crisis de los petrodólares, momento en el cual la OPEP recordó al mundo occidental su dependencia energética. La primera fuerza hacía presagiar el derrumbe del oro y la segunda su auge. La evolución del precio del oro, que no llegaba a los 50 dólares/onza a inicios de los setenta y que superaba los 600 a finales de dicha década, indica que el efecto de los petrodólares fue muy superior. Años después, en el 2005, su cotización había retrocedido hasta los 250 dólares/onza.
Poco antes del estallido de la crisis de las hipotecas subprime, en el 2007, la cotización del oro comenzó otra fulgurante escalada, quizá anticipando el derrumbe de todos los demás mercados (inmobiliario, bursátil...). En los años posteriores, en plena crisis económica y sin refugios para el dinero, el oro tuvo una subida imparable llegando a los 1.380 dólares, dando lugar a la sospecha de que se estaba formando una colosal burbuja con su cotización. Sobre este hecho, le preguntaron a Robert Shiller, el icónico Premio Nobel de Economía del año 2013 -compartido con Eugene Fama y Lars Hansen-, hasta dónde podía subir el oro, y fiel a sus lacónicas y profundas respuestas dijo: «Subirá hasta donde la gente crea que va a seguir subiendo».
Y como no dejó de haber nubarrones en el mundo económico, el oro siguió subiendo como la espuma acercándose a los 1.900 dólares/onza. Pero ahora su cotización ha retrocedido hasta los 1.666 y la gente se pregunta el porqué de dicha bajada, teniendo en cuenta que vivimos en un entorno en el que no hay ni una sola alternativa clara para el dinero. Y la razón por la que el oro baja, y tampoco es un refugio para los ahorradores, es que se atisban claras y rápidas subidas de tipos de interés, lo cual podría estar trasladando la atención de los inversores desde el oro hacia otros productos. Cuando en el año 2013 la FED norteamericana anunció la desaceleración de su política de compra masiva de títulos de deuda pública, lo cual vaticinaba el aumento de tipos de interés, el precio del oro bajó un 14% en solo dos días y ahora ha vuelto a suceder algo parecido. En cualquier caso, el oro es un gran termómetro de la salud económica.
Siempre circularon frases acuñadas por la sabiduría popular sobre el oro. Una de ellas dice que 'el oro hace poderoso, pero no dichoso' y otra que 'no es oro todo lo que reluce'. En cualquier caso, el oro al igual que los sellos, los cuadros famosos, los diamantes o los propios billetes de dinero, tiene el valor que la gente le otorgue y eso depende de una palabra mágica: confianza. Justo lo que no hay en la decadente y decrépita sociedad occidental actual, ya que se han derrumbado los pilares sobre los que se desarrolló y sostuvo durante dos milenios (familia, propiedad privada, respeto a la ley y ética del esfuerzo). Occidente será dentro de poco un parque temático que visitarán los asiáticos, como hoy lo es Atenas y sus ruinas históricas.
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