Marcelino tenía méritos que solo reconocía en otros y nunca dejaba sin responder un correo, un mensaje, una llamada

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A Marcelino le falló el corazón a los 48 años, un riesgo que corría como periodista que prestaba más atención a su oficio que a sí ... mismo. El último artículo que tecleó el director de EL COMERCIO les llegó a sus lectores cuando él ya estaba muerto. «Mal andaría nuestra democracia si se perdiera el derecho a opinar cuando uno ha cruzado el umbral en el que ya tiene mucho más pasado que futuro». Cómo imaginar, al escribir esas líneas, que su tiempo iba a agotarse de manera súbita y que su porvenir se reducía a la siguiente madrugada.

«Fue un periodista total porque nada se escapaba a su extraordinaria capacidad de trabajo y a una implicación sin concesiones». Esa frase, que le encaja como un guante, no se refiere sin embargo a Marcelino, sino que la redactó él para honrar la memoria de José Antonio Rodríguez Canal, histórico cronista del diario que falleció en diciembre de 2022. Aquel artículo lo cerró con un final que el mismo Canal podría haber firmado sobre Marcelino Gutiérrez: «Escribió mientras pudo con el mismo respeto por el periodismo con el que entregó su primera página a la rotativa. Un ejemplo hasta la última línea».

Marcelino nunca dejaba sin responder un correo, un mensaje, una llamada. Y lo hacía con prontitud. Este nuevo silencio se hará doloroso. Atento, colaborador, dispuesto a allanarte el camino, escuchaba antes de hablar. No coincidimos en la misma redacción, pero nos encontramos en proyectos comunes. Jamás recibí de él palabras que no fueran de aliento, de reconocimiento, de respaldo. Siempre se mostró generoso.

La muerte de un director en activo cae con el efecto de una bomba en un periódico. La redacción, hecha pedazos, está obligada a seguir adelante, desde el minuto uno, pese a su orfandad. La actualidad no admite carteles de 'cerrado por defunción'. Y lo más duro es que, antes de llegar a asimilarla, hay que dar la noticia del fallecimiento del, ante todo, compañero. Marcelino tenía motivos para estar orgulloso de su gente, que le ha dedicado un periódico memorable creado en medio de la destrucción.

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